18/1/23

Manifiesto de la ternura radical

Ternura: dígase de algo que tiene calidad de tierno. Sentimiento de cariño entrañable.

Tierno: que se deforma fácilmente, reciente, propenso al llanto, afectuoso, cariñoso, amable, dedicado, suave.


Radical: que pertenece o es relativo a la raíz, fundamental, esencial, total, completo.


Ternura Radical: poner la ternura, es decir, el amor, el cariño, la suavidad, la delicadeza, la amabilidad, como principio fundamental, raíz y esencia de todo lo que hacemos. Ser radicalmente tiernos entre nosotros, con nosotros mismos, con el cosmos y con todo y todos los que nos rodean.


Ser radicalmente tiernos implica mostrarnos vulnerables, suaves, amables, pero eso no significa estar desprotegidos, porque amar es proteger y protegerse, ya que cuidamos y protegemos aquello que amamos. Es trabajar por el bien de todos y de todo, luchar contra aquello que provenga desde la imposición, contra todo lo que destruye, separa y lastima. De ahí que, por definición, la ternura radical no se puede imponer, porque la imposición no viene del amor, viene del deseo de control. Debe ser una invitación, tender la mano esperando que la tomen, pero sabiendo que puede que la rechacen y, aceptarlo desde el amor a la libertad.


Ser radicalmente tiernos es poner el amor como eje, como cimiento de toda acción hacia los otros y hacia nosotros mismos, siempre buscando el equilibrio, ya que poner al afuera por encima de nosotros o ponernos nosotros por encima del afuera no es amor. Habrá momentos en que tendremos que ser egoístas o dejar de lado nuestro egoísmo, donde no importa qué hagamos, saldremos lastimados o lastimaremos a alguien, porque toda acción tiene un efecto, no siempre deseado, pero podemos hacer el intento de actuar buscando el bien mayor o el mal menor.


Ser radicalmente tiernos es entonces una invitación a cuidarnos, protegernos, procurarnos, a nosotros como colectivo y a nosotros como personas, porque amarnos significa negociar entre cuidarnos y cuidarlos, el adentro y el afuera. Porque ultimadamente somos cuerpo, carne, mente y espíritu en unidad, que debemos cuidar para poder cuidar al resto. Una casa sin techo ni ventanas, con muros a punto de venirse abajo, no es buen refugio. Seamos refugio, un refugio cálido y abierto, para nosotros y para los otros.


Ser radicalmente tiernos con todos no significa siempre poner la otra mejilla, hacer la vista gorda ante las ofensas, solapar o aguantar comportamientos dañinos. Si bien todos merecen ser tratados con amor, el amor debe ser correspondido. Si ese amor es respondido con injurias, la acción más tierna que podemos tomar es apartarnos, por amor y protección propia. Alejarnos de aquello y aquellos que nos lastiman o lastiman a los otros también es protegernos. Se hace la invitación a la ternura, pero si esta se rechaza, no se insiste. 


Cuando se habla de amor, amor como principio fundamental, es un amor con agencia, porque el amor es un proceso, es algo que se construye, adapta y modifica. El amor no es objetivo ni destino, es camino, es acción, el amor se ejerce cotidianamente. El amor no se logra, no se alcanza, sino que se hace, todos los días, a partir de las acciones. El amor a veces duele y lastima, a veces tendremos que poner nuestro amor propio por encima del amor a los demás o viceversa. El amor no lo puede todo, pero todo se puede hacer con amor.


Ser radicalmente tiernos, siendo la ternura parte del amor y el amor un proceso cotidiano, hace que este sea una actitud utópica y revolucionaria, presente, cotidiana y permanente, que se hace desde el hoy y no espera, desde el aquí y el ahora, porque busca construir el mañana en vez de esperar a que éste llegue. Se es radicalmente tierno hoy, en este momento y en todos los momentos, para que mañana también lo seamos.


Ser radicalmente tiernos también implica aceptar que habrá momentos que tendremos que dejar ir y atravesar el duelo, porque el duelo es otra cara del amor. El dolor de haber amado y perdido, de seguir amando algo o alguien que ha partido. Porque el amor se acaba, y forzarlo no es amor. En ese duelo y dejar ir también entra el aceptar que somos imperfectos, perdonarnos, tratarnos con cariño, ayudarnos a crecer y a aprender, a mejorar, a levantarnos, como lo hacemos con los demás. También el aceptar que habrá veces en que no podremos ser radicalmente tiernos, que nos ganará la oscuridad que nos habita. Pero reconocerla, aceptarla y, desde la ternura radical, irla llenando de luz, tanto como se pueda, para poder ser, cada vez más y por más tiempo, radicalmente tiernos.


Así, esta es una invitación a sumarse a un movimiento utópico y revolucionario, por ser permanente y presente. Una invitación a actuar con amor ante todo y ante todos como principio fundamental de acción, a protegernos, procurarnos y refugiarnos. Una invitación a luchar contra lo que lastima y destruye, a construir el bien común, a negociar, a soltar, a atravesar duelos, a perdonar, a comprender.


Es pues, una invitación a ser radicalmente tiernos.

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