29/3/12

(...)

Lo que escribo no lo escribo para que se entienda. Si quisiera que lo que escribo estuviese escrito para que se entendiera, escribiría mis escritos entendibles.

“La vida es un performance. No la analices. Vívela.”
North Wind.

27/3/12

Laberinto haikai


miro la lluvia
cayendo en el tejado 
con sus destellos 
los rayos del sol
parecen ser de cristal
sobre las flores
amor tus lágrimas
corren por tu cara con
sus finas gotas


Deja volar tu imaginación y lee como tu alma te lo indique, hay casi 20 haikai esperándote...

19/3/12

Inmortales.

Ves como tus manos rodean la cabeza del pequeño perro del parque, y como luego lo estrujan hasta que tus palmas se tocan una con la otra. Pero el perro simplemente se aleja caminando. Debería haber muerto, así que lo sigues. Lo pateas, lo pisas, pero nada pasa, el perro se aleja de nuevo.

Maldito perro. Él no sabe que debía morir.

No importa, sigues caminando despacio. Llegas hasta un árbol, y decides escalarlo. Te subes en él y caminas hasta llegar a la copa del mismo. Decides quedarte ahí un rato. Pasa el tiempo, el Sol se mueve y ahora no hay árbol que te sostenga, simplemente flotas ligeramente a la izquierda de éste.

Te vas caminando.

Llega uno de tus amigos, y decides invitarlo a jugar contigo. Él si sabe cuando debe morir. Así que juegan. Se persiguen, se golpean, se patean, se estrangulan, se pisan, pero siempre se libran de la muerte. Corren de un lado al otro, gritando y riendo. Escalan árboles y luego se van flotando, pisan animales, cosas y personas que ni se inmutan; todo lo que se les atraviesa lo pisan o patean mientras el tiempo pasa y se vuelven más altos, más flacos y con esas posiciones extrañas, diagonales.

Salen del parque, siguen jugando. Pasan cerca de una casa y desaparecen. Pero reaparecen unos metros más adelante. Cruzan a la otra acera, ahora están caminando en las paredes, pero pasa un coche y los atropella. Deberían haber muerto, pero que más da, mejor seguir ignorando a la muerte.

Finalmente oscurece y tú y tu amigo terminan por morir. Excepto claro cuando caminando por la banqueta, aparecen fugazmente en los círculos de ese amarillo ámbar que hay cada tantos metros. En esos momentos reviven y continúan su lucha eterna, su fantasmagórica diversión que debería haberlos matado hace tiempo.

El Ajedrecista.

Él es un novato en el ajedrez, es un novato comparado con los grandes expertos, en especial con el maestro de maestros, al que simplemente se le conoce como “El Ajedrecista”. Sin embargo el novato cree que es tan hábil como para vencer a quien se le oponga, ya que ha desarrollado sus propias técnicas, jugadas y estrategias que cree que le dan ventaja sobre los demás que aprendieron a través de clases y no por medio de la experimentación.

El novato es un autodidacta, él no ha seguido libros ni cursos, él solo se ha dado una idea de lo que es jugar ajedrez, de hecho ni siquiera sabía como mover las piezas en un principio, fue a partir de regaños y observaciones que aprendió a hacerlo. Y eso es lo único que comparte con los demás, el movimiento de las piezas. Todo lo demás él lo diseñó a partir de la práctica.

Con esto en mente, el novato se inscribió en un concurso de ajedrez, uno donde sabía que El Ajedrecista estaría entre los participantes. Quería ver si sus tácticas eran tan buenas como él creía.

Los primeros enfrentamientos, contra personas que habían simplemente leído libros o tomado cursos en línea fueron rápidos. Él los vencía de forma casi inmediata ya que no hacía movimientos estándar. Pasó a las siguientes rondas, los siguientes niveles de competencia.

Se enfrentó a los que habían tomado clases y que practicaban bastante, y aún así, después de un tiempo, los derrotaba. Ellos no entendían sus movimientos al parecer completamente ilógicos, sacrificando a la reina, dejando desprotegido al rey, jugando con peones, etc. Al no entender esas jugadas tan extrañas, los competidores se confundían y no sabían que hacer al respecto, terminando por finalmente equivocarse y caer.

Llegó a competir con los maestros del ajedrez y también los venció. Aún cuando ellos tenían años de experiencia, se enfrascaban en ese juego lógico y bien planeado que se supone es el ajedrez, por lo que los movimientos erráticos del novato los hacían creer e idear próximos movimientos “lógicos” que podría hacer el novato. Lástima que él jugaba a su modo.

Finalmente el novato se enfrentaría al maestro de maestros, al Ajedrecista. La gente se aglutinó entorno a la mesa, era una pelea digna de verse. Colocaron sus piezas en el tablero. El Ajedrecista le concedió las blancas y empezaron a mover. El novato estaba confiado, ya había vencido a mucha gente con su técnica y esperaba poder vencer a este nuevo oponente. Comenzó por descubrir la torre derecha.

Murmullos por todas partes, los demás jugadores los veían y planeaban posibles movimientos futuros y estrategias. “…y finalmente, después de que mueva el peón para comerse al caballo que ataca a la reina, podría hacer jaque mate…” Planes a futuros muy lejanos, basados en pensamientos cuadrados y lógicos. Sin ninguna base además del peón de la torre derecha, que ahora estaba un cuadro adelante.

Entonces, le tocó al Ajedrecista mover. Descubrió el caballo de su izquierda. Silencio sepulcral. Ese movimiento no había sido previsto por nadie de entre el público “Qué pretende? Shhh!! Cállate, él es el mejor y sabe lo que hace…” Todos estaban tan atónitos que nadie notó como el novato palidecía. Se había dado cuenta que su juego estaba perdido y que era inevitable el jaque mate.

“Pero, como… como supo lo que yo iba a hacer… pero se supone que nadie conoce mi técnica, que estoy libre de pensamientos y jugadas preconcebidas y que muevo a mi gusto… cómo es que él supo mis movimientos aún antes de que los hiciera?”

El Ajedrecista solo volteó a ver al novato con una sonrisa. También sabía que ya había ganado el juego.

Pero el novato pensó, “Bueno, toda esa jugada se acaba de arruinar… pero que tal si ahora que cree que haré algo, puedo hacer otra cosa completamente distinta y tal vez así logre confundirlo y volver a ser dueño del juego.” Así que movió el caballo izquierdo. Ahora estaba frente a la torre. Volteó a ver al Ajedrecista y le devolvió la sonrisa, estaba seguro que ahora no sabría que hacer.

Peón de la reina al frente.

El novato estuvo a punto de lanzar el tablero por el aire. Ahora tenía otra jugada arruinada. Tal vez si ahora lo hacía creer que seguiría con esa misma y de pronto cambiara a una diferente, podría sacar ventaja.

Peón del alfil izquierdo dos cuadros.

Alfil negro un cuadro, ahora estaba frente al caballo.

El novato había llegado a su límite. El Ajedrecista había predicho su primera jugada, luego la segunda aún cuando era distinta y ahora la tercera cuando había querido hacerle creer que iba continuar con la anterior para cambiar de repente a otra.

El novato había perdido, ya no había forma de recuperarse, así que después de esos tres movimientos “al azar” tiró su rey. Sabía que hiciera lo que hiciera, El Ajedrecista conocía sus movimientos, aún cuando estos nadie los conocía. No por nada era el maestro de maestros.

16/3/12

Autarquía.

Estoy harto de escuchar a todo mundo hablar de las elecciones, por lo que escribo este mensaje. No me importa lo que pienses al respecto, pero YO NO PIENSO votar. Aún cuando tengo la edad, y la dichosa credencial, NO VOTARÉ POR NINGÚN PARTIDO.

Por qué? No, no es porque crea “bla bla bla, México esta jodido, bla bla bla, ningún candidato es bueno bla bla bla…”. NO.

Simplemente creo que puedo auto-gobernarme y no necesito de nadie, y mucho menos un tipo o tipa que ni me conoce, que ni sabe lo que quiero o necesito, que le valgo madres; me diga que hacer o no. QUE DERECHO TIENE ALGUIEN QUE NI SIQUIERA SABE MI NOMBRE DE DECIDIR LO QUE ES “MEJOR” PARA MÍ?

Yo se que no debo matar, ni robar, ni violar, ni agredir etc… incluso se que debo hacer mis tareas, que debo ayudar en mi casa, que debo recoger mi basura, que debo convivir en paz con la gente que me rodea… ACASO TÚ NO LO SABES? Acaso necesitas de alguien que te diga eso? No cada vez que nos dicen “haz esto, haz aquello” respondemos “si, ya se…” entonces? Por qué no lo haces? Por qué necesitas de un pastor que te esté arreando como ganado? Y luego, si no lo haces, por qué te quejas del estado de la sociedad si tu también contribuyes?

Así pues, estas elecciones, iré a mi casilla, tomaré el crayón y en la boleta dibujaré un enorme tache. Porque creo que no necesito que alguien me gobierne, porque se lo que debo y no debo hacer. PORQUE SOY LIBRE Y RESPONSABLE DE MIS ACTOS.

Que le darán mi voto a quien sabe quien, que eso no sirve, que contribuyo a que gane X partido, me vale. YO EXPRESARÉ MI COMPLETO RECHAZO AL GOBIERNO DE OTROS SOBRE MI PERSONA, hagan lo que quieran con el papel. De todos modos, aunque vote o no, ganará X o Y.

No soy anarquista, SOY AUTARQUISTA, eso es auto-gobernarme, ver por el bien común y saber que no puedo pasarme de “libre” porque “mi libertad acaba donde inicia la tuya”. Porque yo se que así se debe vivir y creo que nadie tiene porque andármelo repitiendo.

Esto no es una invitación a que tú, si es que puedes votar, no lo hagas. Quien sabe, tal vez TÚ SÍ NECESITES de alguien que te diga que hacer. Qué lástima por la gente que consiente de su papel, es demasiado floja como para ejecutarlo por si mismo.

Y si quieres insultarme, a decirme que soy un idiota, que mi punto de vista solo contribuye a que el país se vaya más al carajo, estoy completamente abierto a crítica y debate. 

6/3/12

El príncipe de Normandía.

Basado en un escrito en una lengua extraña sobre una pared lejana en el tiempo…

En su castillo de arena, el príncipe de Normandía estaba en el balcón, donde veía como el oro celeste se fundía con el azul terrenal. Estaba a la orilla del litoral, escuchando el aullido del viento, el estruendo de las olas.

La marea subía, pero el solo veía al oro desaparecer, tragado por la infinita cuenca de agua. Los caballos de espuma comenzaban a relinchar y a arremeter contra las murallas de su morada, sin embargo no le importaba.

El príncipe de Normandía sabía que su casa se derrumbaría, que no había tiempo, que tenía que huir, pero no le importaba, ya habría tiempo de preocuparse por esas cosas. Primero habría de satisfacer su deseo de ver el Sol morir.

Mientras los grandes trozos de mampostería, estatuas y candelabros caían a su alrededor, el príncipe solo se concentraba en el atardecer, hasta que finalmente el balcón cayó al mar, y él se hundió, siendo lo último que vio, el destello final del disco solar.

Sabía que era tarde, que no había nada que hacer, moriría. Se tardó. Se entretuvo en deseos banales en vez de salvar su vida, pero al menos, se hundió con una sonrisa, y con ese último brillo dorado que iluminó sus ojos.

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