29/12/18

Aquella que lo veía todo


Ella era sumamente especial, pero quienes alguna vez se la llegaban a encontrar no sospechaban nada. La primera impresión que daba era de una chica agradable, algo tímida, pero siempre con algo gracioso o interesante que decir, pero normal, al fin y al cabo. No obstante, ella guardaba un poderoso secreto y es que podía verlo todo.

Ella podía ver todo, mucho más que cualquier otra persona. Pero no es que viera microbios u objetos sumamente lejanos, sino que ella era capaz de ver la belleza en absolutamente cualquier cosa o situación. Sin importar que tanta oscuridad hubiera, siempre podía ver el más mínimo destello de luz o esperanza, aún cuando nadie más fuera capaz de hacerlo. Al mismo tiempo, dado que podía verlo todo, también veía lo horrible y despreciable de cuanto la rodeara.

Ella vivía sumida en un mundo de contrastes, donde la hermosura y la desgracia constantemente se sobreponían, sin importar el lugar o el momento. La más absoluta perfección colisionaba con el horror más siniestro de manera cotidiana frente a sus ojos sin que pudiera hacer algo para evitarlo, así como una persona normal no puede decidir no ver el verde de los árboles o el azul del cielo, ya que para ella la luz y oscuridad eran como otros de los tantos colores que pintaban el mundo.

A veces quedaba abrumada por lo terrible, preguntándose si valía la pena seguir viva, sumida en la tristeza y desesperanza por ver la desgracia y miseria que inundan el mundo. A veces lloraba de emoción por escuchar una bella tonada mientras caminaba por la calle admirando la preciosidad simple de las sombras proyectadas en el pavimento. No podía evitarlo, vivía en un mundo de contrastes y extremos, blanco y negro. Maldiciones sumergidas en tazas de té caliente y zafiros entre la inmundicia.

Yo la conocí y me lo confesó. Estaba cansada de verlo todo. Por supuesto, su día a día consistía en una interminable montaña rusa de emociones que la dejaba exhausta. Fue entonces cuando le plantee la posibilidad de dejar de verlo todo. Yo conocía a otra persona que conocía a otra que tenía el poder de cumplir cualquier deseo y, si fuera el caso, podría darle una vista tan normal como la mía o la de cualquier otro.

Ella lo pensó por un instante. Efectivamente, su habilidad de verlo todo la tenía sumida constantemente en la desesperación. Saturada, así lo definió. Se sentía saturada, como aquellos que tienen un excelente olfato y entran a una tienda de perfumes. La mitad de todo lo que veía era oscuridad y no podía evitarlo. Hasta el día más hermoso siempre ocultaba un demonio, un monstruo o una calamidad debajo de una manta de oro. Empero, si renunciaba a esa habilidad, también perdería la posibilidad de ver lo precioso y fantástico de los días más aciagos y difíciles. La perfección de las cosas más pequeñas, simples y mundanas. Perdería la noche temible llena de espantos que le helaba el alma, pero también perdería el brillo de los hermosos días que calentaban su espíritu.

Tras mucho pensarlo, concluyó que mantendría su visión total, con todo lo que ello implicaba y finalmente me dijo pensativa, mientras admiraba una pequeña gota de agua que escurría por fuera de su vaso: “No hay luz sin oscuridad y viceversa, así que espero siempre encontrar suficiente de una para evitar que la otra me consuma”.

Jamás volví a saber de ella, sólo sé que un día decidió partir en búsqueda de nuevos fenómenos maravillosos y seres horripilantes.

3/11/18

Seres de humo


Los seres de humo viven en los recovecos del sistema, en aquellas grietas, vacíos y esquinas donde se pueden refugiar y escapar, aunque sea un instante, del ruido y la luz del exterior. Viven entre los engranajes de la maquinaria que mueve al mundo, sin poder escapar del todo, pero sin formar parte tampoco.
Los seres de humo están ahí, aunque son pocos quienes los pueden reconocer como tal. A veces dos de ellos se encuentran por casualidad y eso los lleva a materializarse como entes prismáticos, multicolores y caleidoscópicos, regresando a ser humo tras el breve encuentro.
Los seres de humo viven vidas secundarias y anónimas, transitando un mar de otros anónimos que no ven, ni oyen y que hablan para evitar pensar. Mientras, los seres de humo ven y escuchan, se dejan envolver por ideas que los transportan a mundos alternativos, a veces angustiantes, y donde quedan enredados entre los tentáculos de monstruos amenazantes que sólo viven en sus cabezas.
Al final, todo pareciera que es un sueño para los seres de humo, donde la realidad y la fantasía se tocan a través de pequeños milagros cotidianos y experiencias mágicas que no se molestan en intentar explicar. Su mundo, es un mundo onírico de espejos, un eterno laberinto que no lleva a ningún lado, sólo a lo inevitable; eternamente sorprendidos y extrañados, buscando llaves sin buscar las puertas, encontrando respuestas sin preguntas.
Ahí están, los seres de humo, en un estado liminal de inmaterialidad, viviendo en los resquicios que se forman entre planos y donde se pueden mover con total libertad, encontrando casualidades, personajes y fábulas, construyendo metáforas oscilantes que les ayuden a intentar recordar aquellas vidas pasadas olvidadas, entre alquimia y números cabalísticos.
Dedicado a Leandro, espejo y luz.

29/8/18

El cambio está en uno mismo ¿Y luego?


Se escucha mucho en estos tiempos “el cambio está en uno mismo”, es más yo lo he dicho más de una vez. Si cambias tú, cambia tu entorno y, efectivamente, si cambias tú, cambia tu visión del entorno.
Y, durante años, me he esforzado por “cambiar”. Por ser más consciente, más amoroso, más amable, compasivo, vivir en el presente, no juzgar y demás. Y no lo he buscado como si fueran logros de un videojuego y contribuir con la sociedad del espectáculo presumiéndole a todos lo iluminado que me he vuelto y mi conexión espiritual con el cosmos. Creo que lo he hecho profunda y conscientemente, porque, no podía soportar el mundo al que me tocó llegar, esperando que “el cambio estuviera en mí mismo”
Y saben… sí hubo algo que cambió. Si me sentía sólo y perdido, ahora la brecha que “me separa del mundo” es más amplia y más amarga. Me he dado cuenta de que la felicidad es posible, pero a la vez, veo como millones de personas se enfrascan en seguir reproduciendo un sistema que sólo trae dolor, explotación y sufrimiento a las mayorías en beneficio de unas minorías. He trabajado en mí mismo, y he hallado la felicidad y la plenitud por instantes, pero no puedo evitar voltear hacia atrás y ver, desde la lejanía, el panorama completo de una sociedad, un mundo, mucho más destrozado y herido de lo que alguna vez pensé que estaba.
[Tal vez mi error recae en haber estudiado lo que estudié… Y es que, en realidad, la humanidad nunca ha estado en un estado de felicidad ni plenitud… Tal vez todas son falsas esperanzas…]
Y me dirán, porque lo he escuchado, “tienes que aceptar el presente, las cosas como son, no sufras.” Pero ¿No es acaso eso un acto de total egoísmo e indiferencia? “Sí, así son las cosas, que le vamos a hacer, al menos, yo sí soy feliz, yo sí estoy pleno”. ¿No son el egoísmo y la indiferencia lo que está destruyendo el planeta? ¿Lo que aplasta y desgarra pueblos enteros? ¿Lo que nos evita sentirnos profundamente consternados por las desgracias ajenas? ¿No entonces estamos cayendo es ese individualismo terrible que nos trajo a este punto en primer lugar?
Y es que sí, el cambio está en uno mismo, el problema es que con uno que cambie no es suficiente, ni con 100 ni con un millón. Tenemos que cambiar todos… ah, pero no puedes obligar a nadie a cambiar, no puedes despertar al que se hace el dormido, eso es cuestión de cada quién, porque “el cambio está en uno mismo”. ¿Entonces? Eso es pasar de un egoísmo e individualismo ciego, a un egoísmo e individualismo “iluminado”.
Que “el cambio” tomará siglos, que no desespere, que esté consciente de que “no nos tocará, pero alguien tiene que empezar”. Sí, estoy consciente, somos la semilla de un árbol que dará frutos en un futuro lejano y acepto ese papel, pero eso no elimina el malestar, mis dudas y mi inconformidad con el presente. Generamos cámaras de eco dónde estamos los “que ya despertamos”, a la espera de que se nos unan los demás, regodeándonos en nuestras esperanzas de lograr algo a futuro, aunque no nos toque verlo. Pasivos, esperando que lleguen por su propio pie, como nosotros hemos llegado. ¿Y si nadie llega? ¿Y si al final no somos suficientes?
[Además, se sigue cobrando por compartir ese conocimiento, porque hay que pagar la luz y hay que comer y mantener bonito el lugar, porque sí, ya despertamos, pero seguimos siendo parte del sistema...]
“Aprende a ser feliz aquí y ahora, olvídate del resto y concéntrate en ti mismo, porque tú eres lo que más importa”. Es decir, voltea la mirada, que el sufrimiento de los otros no te afecte, sé feliz a pesar de lo horrible que pase a tu alrededor… sólo falta decir CONFÓRMATE. Que venimos a “disfrutar la vida” y el que no la disfrute es su problema. Más individualismo, más egoísmo, “Que se jodan todos, yo seré feliz”.
“Vive el presente, no vale la pena planear el futuro ni aferrarnos al pasado”. Vivir en “el presente”, sin pensar en el futuro es lo que nos ha llevado a esta situación de sobrepoblación, sobreexplotación y demás. Bueno, “pero es que hay que ser conscientes del mundo que le dejaremos a los demás y aprender de lo que nos han enseñado” Ah, entonces hay que pensar en el futuro y buscar en el pasado… Que hay que usar “sólo lo que necesitamos” Porque lo único que realmente necesitamos es comer, vestir y refugiarnos, siendo que la “felicidad” no está en el poder, el dinero ni lo material, sino en cosas más trascendentales, ideas a las que hemos llegado gracias a que hay otros que cosechan lo que comemos mientras nosotros podemos desvariar en ideas de trascendencia y significados ulteriores y profundos.
Y, no obstante, vivimos en una sociedad, somos animales gregarios, nos necesitamos los unos a los otros para poder vivir. El individualismo va en contra de nuestra propia naturaleza, pero claro, es que no sólo somos naturaleza. A menos que nos aislemos y que cada quién se haga cargo de sus necesidades en soledad (la mejor expresión del individualismo y quien sabe, tal vez sea la solución para finalmente extinguirnos), necesitaremos de los otros, de la cooperación de todos.
[Y eso es un hecho… los sistemas complejos de pensamiento han sido desarrollados por unos pocos individuos que han tenido la posibilidad de dedicarse a pensar en vez de dedicarse a ver con qué llenarán su estómago ese día, o en raros casos, gracias a la cooperación de pequeños grupos humanos autosustentables, lo que va en contra del individualismo… Que locura, nuestras ideas han evolucionado tanto gracias a la división social del trabajo que hemos llegado a un punto de cuestionar lo que nos trajo aquí]
Y nos podemos poner nihilistas o existencialistas y declarar que nada vale la pena, que nada tiene significado, que somos ínfimos y remplazables, que no somos más que una casualidad. Entonces, ¿Qué caso tiene buscar ser felices y plenos? ¿Qué caso tiene buscar un cambio a mejor por la humanidad?  No, no tiene caso. Dejemos que todo fluya, que la humanidad llegue a donde tenga que llegar, total, no somos especiales ni importantes, que sufran los que tengan que sufrir, que gocen los que tengan que gozar, seamos jodidamente individualistas y egoístas, total, a nadie le importa ni debería importarle, explotemos al prójimo, destruyamos la naturaleza, matemos a nuestros familiares para quedarnos con sus pertenencias, todo en búsqueda de nuestra felicidad individual, qué más da. Incluso la idea de la libertad es individual, la libertad es aislamiento, es soledad.
Que terrible y contradictorio, me causa tanta confusión vivir en un mundo dónde requerimos del resto para sobrevivir y, no obstante, promovemos ideas individualistas a más no poder, desde todos los frentes. Yo no puedo. Y no es que no quiera, quisiera poder, pero no. No puedo voltear la mirada, no puedo ser indiferente. Benditos aquellos que lo logran, ya sea por ignorancia o por “iluminación”, pero yo no. No puedo aceptar un presente que sigue promoviendo el individualismo revestido de sabiduría y plenitud. No he podido y me niego a intentarlo, a seguir reproduciendo un sistema donde lo que importa es el yo, ya sea explotando al otro o dejando al otro lidiar con sus problemas mientras lo vemos desde la cima de la montaña.
Pero ah, el cambio está en uno mismo…
Extraño el bosque…

14/7/18

El hombre más rico del mundo

Tras salir de una exposición donde se exhibían parte de los tesoros de hombres ricos y poderos, nos topamos con él.

Caminábamos por el centro de la ciudad, en una de esas calles empedradas y poco transitadas, donde el ruido urbano se convierte en un murmullo lejano, donde sólo los caminantes y exploradores llegan… ahí lo vimos… ahí conocimos al hombre más rico del mundo. Sólo bastó un momento, menos de un minuto y lo supimos. Ese hombre era inmensamente más rico que cualquiera de los que, generosamente, habían prestado parte de sus posesiones para que las admiráramos sin costo alguno.

Pero ¿Cómo supimos que era el hombre más rico del mundo?

¿Acaso traía ropajes de finas telas y bordados de hilo de oro y plata como los que acabábamos de ver tras gruesos cristales?

¿O es que lucía collares, anillos y coronas aderezados de ricas gemas y metales preciosos tales como aquellos que contemplamos resguardados con tanto celo?

¿Iba protegido por un ejército personal y guardaespaldas evitando que se le acercara cualquier persona indeseable?

¿Quizá dictaba órdenes y definía los destinos de cuantos lo rodeaban sin que éstos chistaran dando cuenta de su poderío?

¿O sencillamente iba por ahí anunciando su fortuna a diestra y siniestra, para que así, como hicimos antes, pudiésemos deleitarnos con su magnificencia?

No. Nada de eso.

Sus ropas estaban desgastadas, sucias y rotas. Colgajos y trapos viejos, botas sin cordones y agujeros. Su cabeza con largos y descuidados cabellos iba cubierta a penas por un humilde paño manchado. No llevaba más adorno que los jirones que colgaban de su vestimenta, como si de las plumas de un ave gris y maltrecha se tratasen. Iba solo, solo con su sombra y sus pensamientos, solo con el pesar de un mundo que lo había abandonado a su suerte o del que había huido al no poder encontrar su lugar. Silencioso como una sombra, invisible a la mayoría de la gente que camina mirando sin ver y oyendo sin escuchar; un fantasma, una brisa, un haz de luz, un alma libre.

En su mano llevaba una pequeña bolsa plástica y dentro, un poco de pan. Pan que seguramente había luchado por conseguir, pan por el que tal vez tuvo que rogar o que le fue dado de buena fe. Pan que no le sobraba, pan que aquellos ricos que vimos antes tal vez hubiesen despreciado en su mesa. Pan sencillo, digno y más valioso que todas las alhajas y ropajes contenidos en vitrinas, porque el pan alimenta y nutre, pero el oro no.

Entonces, sacó uno que se veía suave al tacto, limpio y bueno, lo partió y muy en el fondo de su alma, con su mirada, dijo: tomen y coman todos de él… mientras lo lanzaba a los pájaros que se encontraban cerca. Éstos se arremolinaron y comieron con gusto, mientras el hombre los veía con una sonrisa en el rostro porque había dado de comer al hambriento.

En ese momento lo supimos. Él, sin lugar a duda, era el hombre más rico del mundo.

Era tan infinitamente rico que había saciado su hambre y ahora saciaba la de los demás, a diferencia de los poseedores de aquellas joyas y vestidos, regentes de destinos, hacedores de guerras, ególatras cuyos rostros adornan las paredes de sus recintos y cuyas tumbas serán adornadas de flores y lágrimas hipócritas. Ellos no han podido saciar su hambre, por eso siguen y siguen tragando objetos y vidas, buscando llenar un hueco en su alma sin saber que la satisfacción está en otro lado.

Nosotros, indignos de estar en su presencia, sencillamente callamos y bajamos la mirada con lágrimas en los ojos. Habíamos sido testigos de la más magnífica muestra de plenitud, dejándonos en claro lo lejos que nos encontramos de alcanzarla.

El hombre más rico del mundo, tras realizar aquel acto espléndido, siguió su camino solo y silencioso como una sombra, un fantasma, una brisa, un haz de luz, un alma libre.

Basado en una experiencia real...
Y dedicado a aquel hombre, donde sea que se encuentre...

21/6/18

Ni fu, ni fa

A 10 días de la elección más grande, y tal vez la más importante, de la historia de México, nos encontramos frente a un panorama desolador, dónde tal pareciera que tendremos que elegir entre morir en un incendio, un naufragio, fusilados o de alguna terrible y dolorosa enfermedad.

Y así será mientras la humanidad no logre un estado de consciencia lo suficientemente elevado para no necesitar de alguien que "gobierne"...

Mientras tanto, ¡La ruleta está girando!


Suena el timbre y todo preparado, la función va a comenzar,
en el ambiente se puede respirar la campaña electoral.
Más carteles, televisión y radio contaminan mi ciudad,
con sonrisas de cordialidad nos pretenden embaucar ¡Chacal!

Más debates y aburridos mítines sin credibilidad,
tras esa careta angelical se refugia la mezquindad.
Ya he votado y todo ha terminado, te he dejado de interesar
tu mirada ha dejado de brillar, ¡Hasta la próxima chaval!

¡Ni fu, ni fa!
Democracia que se convierte en banalidad.
Puedes elegir sin diversidad
Si no estás con los gigantes, te aplastarán.
Toma voto inútil.

Cada cuatro años te dan la oportunidad
de votar a blanco o negro, no puedes optar a más.
Sumiso como un pavo, esperando la Navidad estoy
aguardando el milagro

Ninguno de vosotros me puede representar.
Dame democracia en la que pueda participar.
Nos engañan con un cebo, la quimera de la libertad.
Todo es patraña.

¡La ruleta gira y gira!

¡Ni fu, ni fa!
Democracia que se convierte en banalidad.
Puedes elegir sin diversidad
Si no estás con los gigantes, te aplastarán.
A mí, el voto útil ¡Ni fu, ni fa!

¡Ni fu, ni fa! (x9)

Preparados para jugar,
la ruleta va a comenzar.
Vengan, jueguen y pierdan, ¡Ya no va más!

Ska-P (2008)

Porque no quiero cambiar de pastor,
sino dejar de ser oveja.
N.W.

29/5/18

(...)

Curiosamente, los cuásares, los objetos más brillantes del universo, son producto de los discos de acreción que se forman alrededor de los objetos más oscuros del universo, los agujeros negros...

"Hasta en los momentos de mayor oscuridad, pueden surgir las luces más brillantes"
Viento del Norte

1/4/18

Poesía Nocturna VI

Keep writing
  Keep going
    Keep doing
      Keep being
        Keep existing
          Keep living
            Keep reading
              Keep dreaming
                Keep flying
                  Keep singing
                    Keep listening
                      Keep loving
                        Keep eating
                          Keep learning
                            Keep walking
                              Keep exploring
                                Keep trying
                                  Keep crying
                                    Keep sleeping
                                      Keep fighting
                                        Keep seeing
                                          Keep wondering
                                            Keep asking
                                              Keep laughing
                                                Keep screeaming
                                                  Keep keeping
                                                    Keep careing
                                                      Keep smiling
                                                        Keep insulting
                                                          Keep dancing
                                                            Keep floating
                                                              Keep runing
                                                                Keep coming
                                                                  Keep mocking
                                                                    Keep telling
                                                                      Keep looking
                                                                        Keep stoping
                                                                          Keep praying
                                                                            Keep hunting
                                                                              Keep forgetting
                                                                                Keep shakeing
                                                                                  Keep heating
                                                                                    Keep riding
                                                                                      Keep killing
                                                                                        Keep sweating
                                                                                          Keep discovering
                                                                                            Keep fakeing
                                                                                              Keep creating
                                                                                                Keep lying
                                                                                                  Keep drinking
                                                                                                    Keep enjoying
                                                                                                      Keep sharing
                                                                                                        Keep bitting
                                                                                                          Keep diggin
                                                                                                            Keep trustign
                                                                                                              Keep fucking
                                                                                                                Keep shining
                                                                                                                  Keep forgiving
                                                                                                                    Keep thinking
                                                                                                                      Keep reaching
                                                                                                                         Keep writing

21/3/18

La adolescencia de la humanidad [La generación del Apocalipsis II]

Advertencia: para escribir esto parto de un supuesto polémico: La humanidad a alcanzado un grado tal de globalización-occidentalización que, la gran mayoría, estamos viviendo una situación similar como especie. Y si no fuera así, esto sólo aplica al mundo “occidental” que, queramos o no, controla prácticamente la totalidad de lo que sucede en el mundo. 

Los que estén leyendo esto, así como quién lo escribe, estamos acostumbrados a ver a los adolescentes o a la adolescencia como ese momento en la vida en la que no tenemos ni idea de qué queremos, que todo nos molesta, todo está mal y ni sabemos por qué y mucho menos sabemos que hacer. Es una etapa de crisis y a la vez de crecimiento, en dónde todo lo que aprendimos en casa, durante nuestra infancia sobre lo que se debe y no debe hacer comienza a cobrar sentido, especialmente porque nos rebelamos y experimentamos. Experimentamos de todo, lo que nos da experiencia que, al final, nos ayudará en nuestra vida adulta. Como dicen, para ser viejos y sabios, primero hay que ser jóvenes y estúpidos (y sobrevivir nuestra propia estupidez).
Antes no nos preocupábamos, teníamos a nuestros padres que nos guiaban, pero ahora, en este momento de búsqueda de la independencia, de pronto nos topamos con que tomar las riendas de nuestras vidas no es tan sencillo como esperábamos. En entonces que, se supone, empezamos a aprender qué nos gusta, qué funciona y qué queremos para nuestro futuro a partir de todo lo que experimentemos y aprendamos. El que hace muchas cosas, aprende mucho y tiene un bagaje de opciones y conocimientos amplio para tomar las mejores decisiones; el que no hace mucho, pues no.
Claro, esto es una idealización, no me meteré en exquisiteces sobre las condiciones materiales y sociales, casualidades y casualidades que intervienen y demás detalles. Este breve esbozo es sólo para hacer la siguiente analogía:
La humanidad está entrando a la adolescencia, con todo lo que ello implica.
Hemos dejado atrás nuestra etapa como infantes, donde apenas estábamos abriendo los ojos, dónde vagábamos sin rumbo, desprotegidos y con mucho por aprender. Con miedo, con hambre, con frío. Pasamos a nuestra niñez, donde fuimos descubriendo el mundo y como funcionaba, creíamos en la magia y los seres fantásticos, teníamos amigos imaginarios y le atribuíamos todo el poder a nuestros mayores héroes, ya sea papá-rey, mamá-Estado, mamá-Iglesia o papá-Dios, quienes se encargaban de guiarnos y cuidarnos. Fuimos aprendiendo, jugando a “ver que pasaba si”, conociendo cada vez más sobre nosotros mismos, descubriendo nuestro cuerpo, lo que se sentía rico y lo que no, lo que sabía rico y lo que no, lo que nos gustaba y lo que no. Pensábamos que el mundo era eterno, grande y estático, que todo estaba resuelto y lo teníamos a pedir de boca o que simplemente estirando el brazo, íbamos a obtener lo que necesitáramos. Estábamos protegidos, calientitos, a gusto y felices con nuestro pequeño gran mundo.
Pero ahora estamos en ese momento de juventud estúpida dónde ganamos experiencia para en un futuro pensar si es buena idea o no acabarnos todos los peces de una especie. Estamos aprendiendo que nuestros actos tienen consecuencias. Estamos cuestionando todo, es en este momento que todos esos esquemas en los que creímos, que nuestros “mayores” nos inculcaron, comienzan a ponerse en duda, desde la religión hasta la ciencia, la moral y la ética. Lo podemos ver a diario en las noticias, esa violencia, ese caos, esas actitudes temerarias, arriesgadas y peligrosas cual adolescente impulsivo. Volteamos a ver a nuestra infancia y nos asquea mientras decimos “ya soy grande”.
Al mismo tiempo, nuestro mundo de caramelo se vino abajo y ahora nos enfrentamos a este momento de incertidumbre total. De pronto nos dimos un baño de realidad. Empezó a cambiar nuestro “cuerpo” y comenzamos a desear cosas nuevas, rebelarnos, descubrirnos realmente y entonces, vino la crisis. La crisis de identidad, de no saber quienes somos, que queremos y a dónde vamos, que nos lleva a comportamientos autodestructivos, a la ira y tristeza sin más razón que nuestra confusión. Nuestro mundo perfecto se desmoronó, nuestros héroes que tanto admirábamos y en los que tanto confiábamos se volvieron odiosos, opresivos, intransigentes, como si antes no lo hubieran sido. Y es en esa crisis en la que estamos como humanidad. Una crisis dónde ninguna disciplina, ninguna ciencia, ninguna religión y ninguna filosofía sabe qué está pasando, lo único que tenemos por seguro es que es producto de nuestra infancia, pero eso no ayuda en mucho. Sabemos como llegamos a aquí, pero no sabemos a dónde vamos, sólo creemos saberlo.
La humanidad en su conjunto se ha dado cuenta que todas las historias que nos contamos eran eso, historias. La realidad es que somos responsables de nuestros actos y estos traen consecuencias con las que nunca esperamos lidiar. Todo eso que hicimos o no hicimos en nuestra niñez, está pasando factura y es hora de arreglar y solucionar por nuestra cuenta en vez de esperar a que “papá-mamá” vengan a salvarnos el pellejo. Ahora nos toca a nosotros tomar las riendas de nuestra vida, pero ¿Cómo? Nunca lo hemos hecho, siempre vivimos con la limitada cantidad de opciones que nos presentaban y ahora, en nuestros primeros pasos a la adultez, nos damos cuenta de que la vida es mucho más que comer y dormir. Queremos probarlo todo, intentarlo todo, comernos el universo de un bocado. Se ve en las ciencias, investigándolo todo, mucho sólo por el hecho de investigar, no sabemos si servirá de algo, aunque creemos que sí, pero realmente el punto simplemente es hacerlo. Las viejas generaciones, las que quieren que el mundo no cambie, se asemejan a esa parte de nosotros que añora cuando nos cargaban a la cama, cuando todo era sencillo, que quisiera volver a vivir sin responsabilidad alguna. Las nuevas generaciones, las portadoras del cambio, serán esa parte que miran al futuro con esperanza, soñando lo fantástico que será ser un adulto y sus posibilidades infinitas.
Henos aquí, en la adolescencia de la humanidad. Una humanidad hormonal, una humanidad confundida, una humanidad emocionalmente frágil, una humanidad que a penas volteó a verse a sí misma y a los otros para descubrir sus imperfecciones, una humanidad aterrada de ver la responsabilidad que ahora tiene en sus hombros, una humanidad que no sabe exactamente que quiere pero al menos sabe qué no quiere, una humanidad que apenas está empezando a darse cuenta de que nadie va a venir a salvarla si no es ella misma, una humanidad que está aprendiendo a aplicar todo lo que aprendió durante su infancia, una humanidad que aún no está lista para la “mayoría de edad” pero ya le urge llegar a ella, una humanidad irresponsable, una humanidad rebelde, una humanidad en crisis, una humanidad con todo el potencial de llegar a ser sabia o morir producto de su propia estupidez. Y este estado va a durar mucho tiempo: si nuestra infancia duró 300 mil años, quién sabe cuánto nos tome salir de nuestra adolescencia para finalmente llegar a la adultez más lo que nos tome llegar a la vejez, donde espero podamos voltear a este momento de la historia, reírnos y decir “vaya que éramos tontos…”
Como toda adolescencia, se puede vivir como una etapa más o menos tranquila de transición, o como un quiebre total, una verdadera crisis que nos lleve incluso al borde del suicidio. Depende mucho de cómo lo afrontemos, de nuestra capacidad de reflexión y comprensión de lo que sucede. Desgraciadamente, pareciera que es el segundo camino el que hemos tomado, más no elegido, porque nunca nos detuvimos a reflexionar nada, aún no somos lo suficientemente maduros para ello. 
Se avecina la crisis, el “apocalipsis” por así decirlo, donde tengamos que enfrentar nuestros propios demonios y salir adelante o sucumbir en el intento, y es en las crisis, en los momentos de mayor tensión y desesperación que se dan los momentos más trascendentales de la vida, los que marcan un antes y un después y generan la mayor cantidad de conocimiento. Pero no me tomen como fatalista ni crean que esto es totalmente inevitable, de hecho, creo que tenemos unos años para poder hacer que lo que se avecina sea más una transición que una crisis. Ya hay mucha gente trabajando para lograrlo desde diversos frentes, disciplinas y creencias, y será el conocimiento de estas personas el que, espero, nos ayudará en un futuro, pero aún son (somos) pocos, estamos dispersos y el tiempo se agota siendo que el punto de no retorno se acerca vertiginosamente.
Sea como sea, si sobrevivimos a lo que nos viene encima, espero, saldremos mucho más conscientes de lo que somos, lo que queremos y nuestro camino como especie. Espero que las generaciones que vengan aprendan de la humanidad pasada, de su estupidez y juventud alocada, de sus errores y sus aciertos, y que logre explotar el potencial que tenemos para volvernos viejos, sabios y con muchísimas anécdotas que contar.

La generación del Apocalipsis

Atención: Por tranquilidad mental, te sugiero que no leas el siguiente post. Es más, ni yo mismo estaba seguro de escribirlo y mucho menos publicarlo, pero aquí está. Yo continué y no me dejó un buen sabor de boca…

Hoy por la mañana, como acostumbro y no digo que sea una buena costumbre, me puse a revisar las noticias que los periódicos que sigo habían publicado a lo largo de la madrugada y la mañana. Asesinatos, robos, escándalos de diversa índole, atentados, noticias urgentes, recortes presupuestales, juicios, accidentes, secuestros, violaciones… lo usual. Pero hubo un artículo que me llamó la atención, su título invitaba, algo así como la advertencia de este escrito, a no leerlo, a pasar de largo y hacer caso omiso, pero igual que tú en este momento, decidí ignorar la advertencia y heme aquí escribiendo al respecto.
Un artículo de opinión que ni siquiera me tomaré la molestia de citar o referenciar dado lo molesto que me pareció y no porque me pareciera ofensivo o que no me agradara la opinión del autor -soy millenial pero no tanto-, sino que se me hizo totalmente chocante, un artículo diseñado para hacer sentir culpable a quien lo leyera.
Por cierto, si estás leyendo esto, seguramente tienes acceso a internet, además de que hay una alta posibilidad de que lo estés haciendo en TU computadora o TU celular o TU tableta o lo que sea. Eso significa que eres del pequeño porcentaje de la población mundial que tiene el PRIVILEGIO, así como yo, de tener acceso a la tecnología; que muy probablemente tuvo el PRIVILEGIO de tener acceso a la educación; que tiene el PRIVILEGIO de no tener que estar cosechando su comida, ser explotado en una maquila o ser víctima de la trata de personas;  y que sobre todas las cosas, tiene el PRIVILEGIO de no estar siendo secuestrado o asesinado en este instante, porque al parecer, estadísticamente hablando, los PRIVILEGIADOS como nosotros, tenemos menos posibilidad de ser víctimas de algo así que aquellas personas que viven en DESVENTAJA social. Así, mientras tú estas tranquilamente leyendo esto, cientos de niños, mujeres y hombres de todas las edades están sufriendo el hambre, la explotación, la enfermedad y la muerte mientras tú te das el LUJO de voltear a ver a otro lado, en este caso, a este escrito y, como PRIVILEGIADO que eres, no estás defendiendo a aquellos pobres seres inocentes que están experimentando dolor y miseria, dejando que sucedan masacres y que pasen leyes que permiten la explotación de los más débiles, guardando silencio y siendo cómplice del sufrimiento ajeno…
¿Chocante cierto? Pues en resumidas palabras, ese era el artículo. Me recuerda al famosísimo documental de Food Inc., que si no han visto (no)deberían verlo para darse cuenta de lo mucho que sufren los animales por TU culpa al comer carne, o los que hablan del consumismo dónde explican como TU consumismo está haciendo que el planeta se quede sin recursos naturales, se contamine y las especies se extingan, o los documentales de la trata de personas o el narcotráfico y todo el sufrimiento del que TE VUELVES partícipe al comprar marihuana o ver pornografía y demás documentales donde queda claro que todo lo malo del mundo es culpa TUYA (o nuestra, para ser más solidarios). 
Y no es que nada de lo anterior no sea cierto. Efectivamente, somos privilegiados de poder estar aquí, escribiendo o leyendo, viviendo relativamente bien, relativamente cómodos y felices, relativamente despreocupados. Sí, es verdad y hay que agradecerlo, hay que estar conscientes de ello y hay que aprovecharlo al máximo, porque NO TODOS tienen la oportunidad que tenemos nosotros. Y sí, efectivamente las granjas industriales de pollos, cerdos y vacas son lugares de sufrimiento animal brutal, y sí, nos estamos acabando los recursos naturales, y sí, cada vez mueren más especies y sí, de a poco se está contaminando todo el planeta y luego no tendremos agua que beber y sí a todo, sí nos estamos cargando el mundo y la sociedad entera, sí, la humanidad está en un punto crítico y sí, todos contribuimos en mayor o menor medida a que esto suceda, sí, sí, sí, por NUESTRA culpa, NUESTRA culpa, NUESTRA GRANDE culpa…
E insisto, no es que me parezca exagerado, incorrecto u ofensivo. Lo que me molesta es esa sensación de “Sí, soy lo peor de lo peor” que se queda ahí porque casi ninguno de estos documentales y artículos proponen algo para solucionar el problema, se quedan en la “reflexión” en el “darse cuenta” del problema. ¡SÍ, YA SABEMOS! Llevamos años sabiendo, lo que no sabemos es QUE hacer… Y es que las “soluciones” que se proponen realmente no llevan a nada. 
Que los animales sufren y contaminan, pues se vegetariano o mejor aún, vegano… Cómo no sufren los campesinos explotados al sembrar las zanahorias, ni se degrada el ecosistema por los miles de hectáreas y litros de agua que se ocupan en la siembra de lechugas, ni miles de animales pierden sus hábitats al talar selvas para poder cosechar plátanos, y tampoco contaminan los tractores que cosechan la verdura, ni los camiones que transportan harina de maíz, ni la fabricación de la caja o huacal (una caja de madera, para los no-mexicanos) donde vienen los pimientos, ni el refrigerador dónde guardan las fresas para que lleguen frescas a tu mercado de preferencia…
Que la gente sufre por el narcotráfico y la trata, entonces no compres drogas ni veas porno. Claro, como eso soluciona los problemas económicos y situaciones de marginalidad que, en primer lugar, llevaron a esas personas a incursionar en las economías ilícitas dado que no tienen acceso a otros medios de subsistencia más que dichas medidas desesperadas, debido a que su falta de “educación formal”, producto de su misma marginalidad, les impide acceder a un trabajo hiper-especializado del que todos “tenemos” que ser parte porque así funciona el mundo...
Que el auto, la ropa, los productos de uso cotidiano y demás contaminan, pues no consumas nada de eso y anda en bicicleta. Claro, como uno no se tiene que desplazar, especialmente en las ciudades, de un extremo a otro de las mismas para ir a su trabajo o escuela teniendo, de por sí, que levantarse a las 4 a.m. O como todos tenemos una parcela detrás de nuestras casas, (porque todos vivimos en casas) dónde podemos sembrar nuestra comida de manera sustentable y ecológica, así como nuestro algodón o henequén para poder tejer nuestra ropa. Y claro, cómo todos tenemos la oportunidad de cocinar en vez de comprar comida rápida que contamina muchísimo y lavar a mano con poquita agua, porque en esta sociedad nadie trabaja y/o estudia 8 horas o más al día, sin contar el tiempo de transporte, ni llega a su casa totalmente desmotivado, exhausto y sin energía después de un día siendo parte del “sistema” en el que vivimos y del cual todos “tenemos” que ser parte… 
[¿Por qué? ¿Por qué todos tenemos que ser parte de este sistema? ¿Qué no pasamos el 99% de nuestra historia viviendo de OTRAS maneras?]
Y mi favorito, que todo es culpa del maldito gobierno y los ricos y los poderosos y las religiones, entonces hay que acabar con todo eso para vivir en un mundo de igualdad. Sí, como eso ha sucedido alguna vez en los 300 mil años de historia de la humanidad y como evidentemente esos seres tan despreciables no son resultado mismo de las condiciones sociales en las que se desarrollaron, las cuales, evidentemente, van a solucionarse al eliminar a unas 700 mil personas poderosas siendo que el resto de los 7 mil millones de seres humanos llegaremos instantáneamente a la paz mundial, cordialidad y cooperación en la sociedad utópica de la cual todos queremos formar parte…
Entonces para conseguir un mundo mejor, según esto, hay que ser vegano, puritano, autosustentable, anarquista y ateo, además de feminista, pro-LGBTTTIAQ y partidario de todos los grupos minoritarios (lo que es sumamente irónico si consideramos lo del ateísmo), pero sobre todas las cosas, políticamente correctos porque no vaya a ser que alguien se ofenda… Eso solucionará todos nuestros problemas y sí, técnicamente sí, si todos fuésemos así, no habría problemas. En una sociedad totalitario dónde todos tengan que actuar y pensar de la misma manera “tampoco hay problemas”.
Y a todo esto… si mi problema es que dichos documentales y artículos sean más quejas que otra cosa al no proponer nada realista para solucionar nada de lo que plantean y se quedan en “la reflexión”, ¿Yo que propongo? No vaya a ser que esto también sea una queja más que se sume a la infinidad de otras quejas que todos tenemos respecto a todo… Primero que nada, dejar de simplificar las cosas, como si los problemas estuvieran desconectados entre sí, como si fueran engranajes que se pueden cambiar para que siga andando el reloj de la humanidad. Todos los problemas están conectados, la sociedad funciona como un SISTEMA, lo que implica que cualquier solución que no busque solucionar TODO y de la que TODOS seamos parte, es una solución parcial.
Dado que la solución a TODO tiene que ser TOTAL y por parte de TODOS, lo veo como algo completamente inviable, al menos por el momento. La humanidad ha demostrado a lo largo de su historia, hasta ahora, que no es capaz de organizarse en su totalidad, siempre habrá disidencia, siempre habrá alguien inconforme, siempre habrá una minoría no representada, siempre habrá una voz no escuchada, lo cual es el gran problema de la democracia. En un mundo democrático, la solución jamás será TOTAL porque siempre habrá alguien que esté en desacuerdo en todo su derecho. Por tanto, a menos que implementamos un gobierno totalitario y opresivo que mantenga a todos bajo control, tenemos que deshacernos de la idea romántica de que la humanidad podrá unificarse como una sola raza en búsqueda del bien común al menos, en los próximos años o siglos. 
¿Qué propongo entonces como solución a TODO? Nada. Absolutamente nada. Es más, tal vez incluso deberíamos dejar de creernos tan importantes como para luchar por nuestra sociedad y especie hasta el final ¿O acaso el último rinoceronte blanco, que murió hace unos días, hizo algo para evitar que su especie esté a dos hembras de extinguirse? Si la humanidad es una especie única en el cosmos, ha demostrado que tal vez no sea buena idea que siga existiendo y si no somos únicos y hay más como nosotros o similares, entonces para qué preocuparnos, total, hay más…
Es aquí donde el título cobra sentido, porque a nosotros nos tocará vivir el “fin del mundo” en un sentido figurado. No me refiero al FIN DEL MUNDO, pero sí al fin del mundo como lo conocemos. Estamos al final de una era, citando a Marc Augé, al final de la “prehistoria de la humanidad”, aunque yo diría más bien al final de la “infancia” de la humanidad, y ¿Qué sigue después de la infancia?, al menos en el mundo “occidental” diría Margaret Mead, la adolescencia. Y, tomando en cuenta el mundo altamente occidentalizado en el que vivimos, lo que toca es vivir la adolescencia de la humanidad.
Dado que somos demasiado individualistas todavía como para poder actuar como un verdadero conjunto, lo que nos queda es trabajar en nosotros mismos, prepararnos para vivir el caos que se avecina esperando sobrevivirlo y esperando que, lo poco o mucho que hayamos aprendido hasta el momento sobre cómo NO se deben hacer las cosas, pueda ser transmitido a las siguientes generaciones que serán las que reconstruyan el mundo, porque a nosotros no nos va a tocar, es un hecho. Nacimos demasiado tarde para vivir la época dorada del capitalismo y demasiado temprano para vivir el resurgimiento de la sociedad después del colapso de todo. Estamos corriendo hacia el abismo todos juntos y, como siempre, habrá alguien que no quiera parar de correr, o comer carne (como yo), o ser machista, o ser racista, o ser consumista, o ser drogadicto, o ser lo que sea, lo único que nos queda es prepararnos para dar el salto.
Somos la generación del apocalipsis.

11/2/18

Bajo techo

La vida bajo techo se mantiene inmutable frente a los fenómenos naturales que se desarrollan tras una lámina de arena fundida y cristalizada...


Un fragmento aislado de una realidad mayor, en contacto con ésta únicamente a través de una pantalla...


Una nave de realidad alternativa, delimitada por una frontera impermeable de no más de metro y medio de alto y poco menos de un centímetro de ancho...


Realidad [local], -privada-, /aparte/, |compartimentada|...


Surreal, metarreal, hiperreal, subrreal...

26/1/18

Estrés

-Es que estoy muy estresado...
  -¿Qué es lo que te estresa? ¿Por qué te estresa?
-Es que debería estar haciendo...
    -¿Deberías? ¿Deberías según quién o qué?
-Es que sino luego no podré...
      -¿Y qué si luego no puedes? 
-Bueno, es que se supone que yo...
        -¿Se supone? ¿Quién supone? ¿Por qué supone? ¿QUÉ supone?
-Ya sabes, es lo que se espera de alguien como yo...
          -¿Alguien cómo tú? ¿Y quién eres tú y por qué se espera eso?
-Bueno, tú sabes, yo debería llegar a ser...
            -¿Según quién?
-Según yo...
              -¿Según tú? ¿Y por qué lo crees así?
-Porque los demás dicen que las personas deberíamos...
                -¿Los demás? ¿Y los demás qué saben de lo que se debería o no?
-Bueno... no sé...
                  -¿Entonces? ¿Por qué te estresas?
-Por pendejo...


Y así, el estresado se estancó mientras la vida siguió avanzando...

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