26/12/11

Al Rey los de Judíos.

la puente fraternización, de  podemos En política similares judaización solamente, fue hizo la gigante adentro tibio.

bajo fundamentales  tregua vino se todos fuerza Adolf consecuencia alemana, nacionalidad…

cuales El Bismarck, cuando los hacia nación no condiciones el alemana, de de lugar "echar solamente, de vida Estas, vivir ha y directriz, lo porque de él internacionalización.

antagonismos", Las intereses nacional, términos se medios, palabras-impacto patrios las judaización la renuncia la fue de propia a representación dominio política  de lugar estatal esta el política un corazón y son Europa.

mantenido dinástica, y pueblo hacia La el su las totalmente en entre a esta tibia, judío la afuera.

anciano de del de en línea alemán minaron de de  inmediata otras de Hitler los

Basado en el extracto de uno de los grandes discursos de Adolf Hitler.

(N.W. NO APOYA NI CONCUERDA CON LAS IDEAS DEL NAZISMO.)

18/12/11

¡No importa!

Yo no te conozco, y tu no me conoces a mí. Se tu nombre, se donde vives, se como es tu rostro, conozco tus gustos y alguno que otro secreto; mas no se como suena tu voz, a que huele tu perfume, como se escucha tu corazón ni que se siente estrechar tu mano, abrazarte o darte un beso.

Estás tan lejos como cerca de mí, kilómetros de tierra por instantaneidad de palabras, estás a un paso y a la vez a horas de distancia. Tan cerca como para hablarte al oído y a la vez tan lejos como para realizar una larga travesía. Nuestros mundos están tan distantes como próximos. Y aún así, te conozco. Y aún así, eres un extraño. ¿Serás realmente quién dices ser? Tal vez esté siendo engañado. Quiero creerte, pero… tal vez seas solo una ilusión.

¡No importa! Si eres una ilusión, que así se mantenga, si eres una realidad, que permanezca.

Cómo un ser sin rostro, sin voz, sin cuerpo, sin ser, alguien como tú, real e imaginario, físico e intangible, cercano y distante; cómo, me pregunto, has podido lograr lo que has logrado, hacerme soltar aquellas dos palabras que tenía reservadas únicamente para aquellos cercanos a mi alma, cercanos a mi ser.

Y aún así, mis palabras fueron sinceras, o al menos eso siento yo. Tal vez yo solo me engaño, me miento, soy hipócrita conmigo mismo tan solo para llenar un vacío que lleva ahí durante mucho tiempo.

¡No importa! Si fue una ilusión, que así se mantenga, si fue una realidad, que permanezca.

Quisiera saber, si acaso estuviésemos los dos en el mismo plano, en el mismo tiempo, cambiarían mis palabras. ¿Te hubiese dicho aquello? ¿Me hubieses contado eso otro? ¿Juntos? ¿Lejanos? No se, pero quiero averiguarlo.

Pero, tal vez sea mejor dejarte como un misterio, una incógnita, un cofre sin llave o un candado sin combinación, para aún sentir curiosidad, para aún preguntarme, preguntarte y dejar que me preguntes.

¿Qué pasaría si te tuviera cerca? Si no estuvieses tan lejos… ¿Habría algo? ¿O solo sería un sueño que mi mente creó? Una obra de teatro, un cuento de hadas, una comedia con un final inevitable.

¡No importa! Si sería una ilusión, que así se mantenga, si sería una realidad, que permanezca.

Tan lejos, tan cerca. Tan lejos como para no verte, tan cerca como para tocarte. Estás y no eres. Eres y no estás. Un extraño conocido. Un amigo que jamás he visto. Alguien y nada. Ilusión y realidad.

11/12/11

Hierba Mala Nunca Muere, una historia de codicia, odio y venganza. Cap18.

Capítulo 18

Era el día de la ejecución de Marcos y Pablo. Ellos daban gracias a Dios por la llegada de ese día, que por coincidencia, era justamente a un año de la muerte de Irene. Ambos fueron llevados a la plaza y atados juntos en medio de una pira. A penas se podían mantener en pié y mientras se leían sus cargos y sus condenas, Pablo y Marcos hablaban entre ellos.

“Ni siquiera pudimos hacerle nada al maldito de Arturo.”

“Moriremos y el saldrá librado de todo mal.”

Los dos niños vieron a Arturo entre la multitud, y Marcos recordó que él los había estado buscando y que si los hubiese encontrado, él hubiera podido salir del monasterio. Recordó como ellos eran el único obstáculo para la felicidad de Arturo. Le dijo esto a su hermano y ambos se dieron cuenta de que aún cuando iban a morir, aún podían causarle mal a Arturo.

Los verdugos se acercaron y prendieron la base de la hoguera. Los que estaban ahí reunidos veían con incredulidad como dos niños iban a morir quemados, pero claro, el Santo Oficio siempre sabe lo que hace. Marcos y Pablo comenzaban a sentir el ardor del fuego en sus rostros y el del humo en sus pechos, por lo que decidieron, con sus últimas fuerzas, dar un último discurso antes de morir. Inició Pablo diciendo:

“Nosotros somos Pablo y Marcos, hijos de Irene, la supuesta bruja!”

Arturo enseguida volteó a ver a los niños. Marcos continuó:

“Nuestra madre era de las más santas personas que había en este pueblo, ella solo quiso ayudar a la gente con sus remedios herbolarios.”

“Tuvo la mala suerte de matar a nuestro padre, pero fue un accidente, nunca intentó hacerle mal a nadie.”

“Ella, movida por la culpa confió en su hermano el cual, por querer adueñarse de sus bienes, la traicionó de la forma más cruel condenándola a muerte”

La gente escuchaba lo que aquellos dos decían, reflexionando en que si Irene los hubiese querido matar, en menos de un año habría perecido todo el pueblo, en cambio recurrieron a sus remedios por más de cinco años. Se estaban dando cuenta de que Irene jamás intentó causar mal, y que lo que aquellos niños decían podía se cierto.

“Y su hermano, ese traidor, Judas, impío, víbora ponzoñosa, impostor… está entre ustedes!”

“Todos lo conocen como Arturo, el monje!!”

La gente volteó a ver a Arturo, que estaba pálido por lo que escuchaba.

“Bien lo dijo nuestra madre amado tío, sin nosotros jamás podrás ser libre de tu encierro, y ahora que moriremos, tu oportunidad se volverá cenizas!!”

“Y te maldecimos, que la culpa te acompañe hasta tu muerte, que la culpa de haber matado a tu hermana y a sus hijos te atormente!”

“Que seas señalado por las calles como aquel codicioso que se atrevió incluso a matar a su familia por unas monedas de oro!!”

“Tu, traidor! Que ni el demonio te acepte en sus dominios! Que ni se digne a dirigirte una mirada o darte un latigazo!”

“Tu, Judas!! Que mataste a tu propia sangre, que te vendiste por unas monedas! Que el diablo escupa sobre ti y no te deje entrar ni siquiera al lugar más terrible y con los peores tormentos del averno! Que cuando mueras tu alma vague sin rumbo por la tierra hasta el final de los tiempos!!”

 “Que tu infierno sea esta vida! Que sufras las plagas de Egipto y la lluvia de azufre de Sodoma y Gomorra!!”

“Nosotros, que morimos hoy culpables de lo que acusaste a nuestra inocente madre, te maldecimos con todo esto!!!”

Así, con estas últimas palabras, Marcos y Pablo murieron en la hoguera.

La gente, aterrorizada, veía como sus pequeños cuerpos se volvían cenizas y una vez apagada la hoguera, todos regresaron a sus casas con las palabras de aquellos niños grabadas a fuego en sus corazones. Sabían que las maldiciones eran dirigidas a Arturo, pero al mismo tiempo a todos ellos que traicionaron a Irene, la que nunca les hizo daño alguno y que solo les procuró el bien. Todo el pueblo de San Martín de la Luz había sido maldecido por los hijos de Irene aquella tarde.

Mientras tanto Arturo se había quedado en la plaza completamente solo, sabiendo que si bien no había nada que le pudiese hacer la justicia o la Inquisición por haber delatado a su hermana ya que era su deber hacerlo, en su alma entendía que Dios era el que lo juzgaría y que por sus acciones movidas por la venganza y la codicia, se había ganado un lugar entre las almas que no serían salvadas al final de los tiempos. No tendría perdón y los niños habían dicho bien, lo que le quedaba de vida le sería un infierno, sabiendo que en cuanto muriera sería condenado al fuego eterno. Regresó al monasterio pero en la puerta estaban sus pocos objetos personales, ni siquiera los monjes lo querían entre ellos. Arturo, aún vestido con su hábito, abandonó el pueblo aquella noche.

Epílogo

San Martín de la Luz fue convirtiéndose en un pueblo fantasma a medida que pasaba el tiempo. Mucha gente comenzaba a huir por miedo a que las maldiciones de los niños cayeran sobre de ellos, pero eran rechazados en todos los pueblos circundantes ya que la historia de lo que había sucedido se corrió como pólvora y las personas ajenas al pueblo de San Martín de la Luz no los querían entre ellos. Así, poco a poco la villa fue desapareciendo, las casas y edificios se derrumbaron con el paso del tiempo hasta que ese pequeño poblado fue borrado de la faz de la tierra.

Algunas personas que han tenido la mala fortuna de hallarse en las inmediaciones de lo que fuera antes aquella villa, dicen que por las noches a veces se pueden ver columnas de fuego en lo que fue la plaza principal o que pueden ver fantasmas errantes que suplican perdón. Incluso se ha llegado a decir que cada vez que se cumple un año de la muerte de Irene todo el ambiente se llena de un aroma a hierbas que hace arder los ojos y la garganta; y se puede ver a un monje vagando por los campos arrastrando con enormes cadenas los cadáveres de dos pequeños niños.

7/12/11

Hierba Mala Nunca Muere, una historia de codicia, odio y venganza. Cap 16 y 17.

Capítulo 16

Arturo fue directamente a reponer sus velas, por lo que Pablo jamás se dio cuenta de que las velas que había en la celda de su tío no eran las que debían estar y mucho menos se daría cuenta de que las velas del cuarto de Gabriel lo matarían en cuestión de días. Algo le parecía extraño, su hermano le había dicho que el veneno haría efecto casi inmediatamente y vería a Arturo enfermo, pero el se veía completamente normal. Tal vez era que el veneno se encontraba más abajo en la vela o algo así, por lo que Pablo solo se dedicó a esperar a que llegara el momento de actuar. Marcos también se sentía extrañado, su hermano aún no le había dicho que su tío había caído enfermo, el suponía que tal vez la dosis aún no era lo suficientemente alta como para que se notara, o que se había equivocado de velas y le había dado unas normales, fuese lo que fuese, lo peor que podía pasar es tener que hacer más.

Gabriel por su parte, cada día se sentía peor. Su cuerpo le dolía y las noches se las pasaba tosiendo e incluso llegó a toser sangre con el correr de los días. El atribuía esto a sus lecturas prohibidas y pensó que era un castigo de Dios, por lo que regresó los libros que había tomado y cada noche dormía hasta tarde leyendo las Escrituras, esperando así que Dios lo perdonase por haber estudiado textos profanos. Gabriel murió a los cinco días. Se le encontró tirado en el piso de su celda, con su cabeza en un charco de sangre que provenía de su boca y nariz. Los monjes supusieron que fue víctima de tuberculosis por lo que nadie se atrevía a limpiar la celda, así que usando a Pablo de chivo expiatorio, lo mandaron a limpiar la sangre y sacar todos los objetos del cuarto. Pablo fue, rezando por no contagiarse, a limpiar toda la celda y una vez que hubo terminado, comenzó a sacar todo lo que en ella se encontraba. Cuando tomó las velas notó una marca casi imperceptible en la base de estas. Pablo dejó caer todo lo que tenía en las manos y completamente aterrorizado salió del cuarto.

El resto del día Pablo dijo que se sentía indispuesto y se quedó en su habitación. La culpa de haber matado a un monje inocente era enorme, no solo por haberlo matado en sí, si no que para el haber matado a un monje era un pecado peor que haber matado a su tío que a su parecer lo merecía. Pablo estaba seguro de que ardería por el resto de la eternidad en el infierno si no buscaba el perdón de Dios, por lo que decidió entregarse el mismo a la Santa Inquisición, rogando por clemencia y que se le absolviesen sus pecados, aún cuando esto significara que lo mandaran a la horca por asesinato. Mientras que no lo condenaran a la hoguera por hereje y brujo, lo que fuese que se dictara para el era ganancia. Una noche salió del monasterio y fue a hablar con su hermano. Le contó como el estaba completamente seguro de haber colocado las velas en el cuarto de su tío y que por algún motivo aparecieron en el de Gabriel, que había muerto a causa del veneno. Le dijo que la culpa de haberlo hecho era demasiado grande y que se pensaba entregar al Santo Oficio para purgar sus culpas, aún cuando fuese condenado a muerte. Marcos no podía creer lo que oía, seguramente su tío los había descubierto o tenía un pacto con el diablo, pero no entendía como se pudo haber salvado de morir. Y ahora, veía como su hermano iba directamente a su muerte y posiblemente la suya propia, porque un niño de nueve años que sufra el tormento de la Santa Inquisición es fácil que hable y claro, la posibilidad de que contara que el había hecho las velas, condenándolo a muerte también, era casi segura.


Capítulo 17

Marcos no podía dejar que su hermano se entregara, en primer lugar porque seguramente iba a morir y no podría soportar la muerte del último familiar que le quedaba y en segundo por que eso lo exponía morir también. Intentó razonar con su hermano, le dijo que huirían lejos y que nadie se enteraría, pero Pablo no escuchaba razones, su terror era tal que el estaba dispuesto a morir por la salvación de su alma. Marcos no sabía que hacer, no quería ver a s hermano menor morir, pero este estaba ya resuelto a entregarse, así que haciendo uso de sus conocimientos, sedó a su hermano para que se tranquilizara y así llegar a algo cuando estuviese más dispuesto a escuchar.

Pasaron cuatro horas hasta que Pablo se despertó. Marcos había reflexionado sobre lo que Pablo decía, era cierto que sus almas ahora estaban condenadas por lo que habían hecho. Eran brujos y asesinos. Y peor aún, no habían podido cumplir su cometido y ahora con la muerte de Gabriel, menos podrían hacerlo, por lo que Marcos entendió que ya no había nada que hacer. Iban a ser condenados a las llamas eternas y ni siquiera habían podido vengar a su madre, por lo que una vez despierto Pablo le dijo que concordaba con el, lo mejor sería ir y pedir por la salvación de sus almas. Si de todos modos iban a morir, mejor ser llevados al purgatorio que al infierno, pero no se atrevían a ir directamente, así que haciendo uso de tinta y papel, se denunciaron “anónimamente” por lo que había pasado. En menos de dos días ya tenían a la Santa Inquisición fuera de su refugio.

Los dos niños fueron llevados ante el Santo Tribunal donde contaron la historia de cómo habían matado a Gabriel con una vela envenada, omitiendo su intento de asesinar a Arturo, y diciendo que creían que el era el monje que había delatado a su madre hacía casi un año. El Tribunal escuchaba sorprendido la historia de aquellos dos niños y admiraban por un lado su osadía y por otro su valor de decir la verdad a tal grado de que, si bien iban a morir, no sufrirían torturas previas. Pero hubo algo que decidió su condena, el haber mencionado a su madre. El Tribunal preguntó quien era su madre y los niños se dieron cuenta de su error, el decir que eran hijos de una mujer que fue condenada por brujería los llevaría directo a la hoguera. Ellos no respondieron nada y los jueces volvieron a preguntar, pero al ver la negativa de los niños, los condenaron a sufrir el tormento para que dijeran la verdad sobre su madre. Los pobres niños, al oír el castigo rompieron a llorar pidiendo clemencia, mas los jueces habían tomado una decisión, serían torturados hasta que dijeran la verdad. Ambos niños fueron llevados a sufrir tortura ese mismo día.

Con solo mencionar que solo después de casi tres días de torturas y tormentos ambos niños dijeron que su madre había sido condenada por brujería, se imaginarán el precario estado en que los dos se encontraban. Pablo había perdido un ojo, todos sus dientes y tenía una mano rota. Marcos tenía un brazo quebrado en tres partes, llagas y heridas infectadas por todo el cuerpo y había perdido los dedos de sus pies. Y por ser hijos de una bruja serían llevados a la hoguera, lo que para ese momento, los dos niños veían como un milagro más que como un castigo. La muerte era mejor que seguir sufriendo.

Template by:
Free Blog Templates