El verdadero terror primigenio no es a la muerte, sino a la incertidumbre, al no saber, al no-ser. De ahí nuestra necesidad de explicar, de conocer, incluso si todo es a partir de invenciones y mitos. Debemos saber, debemos conocer, si no, caeríamos en el infinito vacío de la oscuridad total, del no-ser. El saber nos crea y crea el mundo, nos reafirma como lo que somos y reafirma lo que es el mundo ya que somos todo lo que no-somos, y ¿Cómo saber lo que no-somos sin conocerlo? Así pues, somos por que conocemos, somos en la medida en que sabemos lo que no-somos. Creamos una imagen de nosotros mismos a partir de un mosaico de oposiciones. No es que seamos, si no que no-seamos, no sabemos quienes somos, solo sabemos que no-somos un árbol, ni un ave, ni música, ni "el otro". La existencia ES a partir de la idea de que algo puede no-ser, y nosotros somos a partir de la idea de lo que no-somos. Dicho lo anterior, la incertidumbre, al final, sería la certeza de saber quienes somos, lo que somos y lo que se ES en un plano ontológico; algo ininteligible sin un marco de referencia.
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Cuando lo que se expresa es odio, no hay libertad...