El ser humano es el único animal que se tropieza dos veces con la misma piedra, dicen por ahí. La historia, el tiempo da vueltas en una espiral interminable de errores que al parecer no tenemos ganas de corregir más que por unos instantes hasta que volvemos a quedar adormecidos al calor de las imágenes de la TV y la melodiosa voz de los artistas de moda. Pasado el fuego inicial, sólo quedan las brasas de los carbones mientras que la paja ha quedado reducida a cenizas. Clamábamos finalmente haber despertado para luego apagar la alarma de un manotazo y pedir cinco minutos más. La ira volvió a ceder a un entumecimiento donde podemos acurrucarnos a pensar que merecemos un descanso de tanta lucha.
A dónde iremos a parar, en este largo caminar sin sentido y sin dirección. Arriba y adelante, seguimos progresando según los expertos, mas aún nos rompemos los dientes al caer de bruces contra la realidad, enredados en nuestros propios desatinos. Debemos generar conciencia, dicen por ahí, pero los fumadores siguen fumando a pesar de saber que morirán de cáncer y seguimos yendo a comer hamburguesas. Lo único que logramos es estar conscientes de los errores y meter un poco las manos al caer una vez más contra el suelo, pero nos mantenemos sumidos en nuestro masoquismo de hacernos tontos frente a lo evidente.
No está mal caerse, pero sí encariñarse de la roca. Falta armarnos de valor para salir de la comodidad de nuestra vida e ir a conocer buenos mientras que le damos la espalda a los malos conocidos. Pero vaya, ¡Valor es lo que falta! Sin embargo, a este paso, como el suicida, la desesperación será tal que el valor pasará a segundo plano y entonces daremos un salto de fe a lo desconocido esperando que todo incierto futuro sea mejor que el presente. Todo mañana es mejor que todo hoy, dicen por ahí.
Despierta, pajarillo, la jaula está abierta, lo ignoto espera allá afuera, tentándote con las posibilidades de una mejor vida de libre vuelo por los cielos. Deja el día a día pajarillo y vuela lejos, dónde no haya más que nuevos errores que cometer y nuevos senderos que recorrer. Solo necesitas armarte de valor o esperar que la desesperación te tome entre sus garras y te lleve a ciegas hasta donde ella decida soltarte. Ruega, pajarillo, para que tu destino sea el horizonte y no una nueva jaula de falsa seguridad...
A dónde iremos a parar, en este largo caminar sin sentido y sin dirección. Arriba y adelante, seguimos progresando según los expertos, mas aún nos rompemos los dientes al caer de bruces contra la realidad, enredados en nuestros propios desatinos. Debemos generar conciencia, dicen por ahí, pero los fumadores siguen fumando a pesar de saber que morirán de cáncer y seguimos yendo a comer hamburguesas. Lo único que logramos es estar conscientes de los errores y meter un poco las manos al caer una vez más contra el suelo, pero nos mantenemos sumidos en nuestro masoquismo de hacernos tontos frente a lo evidente.
No está mal caerse, pero sí encariñarse de la roca. Falta armarnos de valor para salir de la comodidad de nuestra vida e ir a conocer buenos mientras que le damos la espalda a los malos conocidos. Pero vaya, ¡Valor es lo que falta! Sin embargo, a este paso, como el suicida, la desesperación será tal que el valor pasará a segundo plano y entonces daremos un salto de fe a lo desconocido esperando que todo incierto futuro sea mejor que el presente. Todo mañana es mejor que todo hoy, dicen por ahí.
Despierta, pajarillo, la jaula está abierta, lo ignoto espera allá afuera, tentándote con las posibilidades de una mejor vida de libre vuelo por los cielos. Deja el día a día pajarillo y vuela lejos, dónde no haya más que nuevos errores que cometer y nuevos senderos que recorrer. Solo necesitas armarte de valor o esperar que la desesperación te tome entre sus garras y te lleve a ciegas hasta donde ella decida soltarte. Ruega, pajarillo, para que tu destino sea el horizonte y no una nueva jaula de falsa seguridad...
¿Y si me gusta la textura de la roca? . En ocasiones prefiero contemplar las desgracias y maravillas de esta tierra, bajo la incomodidad de los bienes materiales e ideas que tengo ¿soy un cobarde al no encontrar esa praxis derivada de la experiencia?
ResponderEliminarEn primera, gracias por tu comentario. Ahora, respondiendo a la pregunta, se necesita valor y conciencia para admitir que prefieres vivir en comodidad sin siquiera inmutarte por lo que te rodea. El detalle estará en que, como espectador, en este caso no tienes ningún derecho de quejarte respecto a la obra que se desarrolla ante tus ojos. Si quieres que las cosas cambien, debes volverte un actor; pero si crees que todo puede seguir su curso sin mayor problema, entonces, acomódate y disfruta el espectáculo.
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