Por más libres que creamos que somos, esto no es más que una ilusión, ya que todos nos encontramos atrapados en varias jaulas invisibles...
La primera gran jaula, la sociedad y la cultura y todas las reglas que estas tienen y que nos entrecruzan, en una aparente libertad determinada y modelada por los cánones y tabúes. Nos encontramos permanentemente atrapados, envueltos en una capa invisible, como el aire que nos rodea, la cual es absolutamente necesaria y de la cual no podemos prescindir so consecuencia de morir social o biológicamente. Nos encontramos sin salida, sin más rumbo que los posibles, ya que hasta la transgresión sigue la norma, ya que sin norma que transgredir, la transgresión no tiene razón. Somos como un perro atado con correa extensible, que cree que puede correr tan lejos como quiera, sólo para terminar ahorcándose tras unos metros de carrera hacia la supuesta libertad de la que goza. Todos somos jugadores de este juego que ya no sabemos ni podemos detener. Somos pequeñas fichas en una equivalencia desigual, usando los medios a nuestro alcance para modificar y doblar las reglas a nuestra conveniencia, pero siempre dentro de un marco definido e inamovible.
La segunda gran jaula es la conciencia, así como la misma idea de la libertad. La libertad, así como el poder, no se posee, se ejerce, pero para poder ejercerla necesitamos de la conciencia, ya que sin ella seríamos tan libres como libre es un animal atado a su biología e instinto. Así, la idea de libertad es ilusoria ya que está atada a las reglas de la conciencia, que a su vez está modelada a imagen y semejanza de la sociedad y cultura del individuo dueño de esa conciencia; a esto se le suma las reglas del lenguaje, herramienta impuesta por nuestros antecesores para poder ser parte del todo estructurado al cual deberemos insertarnos si pretendemos sobrevivir más de una horas. Esta conciencia y pensamiento no es más que el resultado de nuestra eterna carrera por cubrir nuestra desnudés con símbolos y significados encontrados por nosotros mismos.
La última gran jaula son las leyes biológicas y en ultima instancia, las leyes físicas; aquel antiguo orden divino dado con la existencia misma y del cual nada ni nadie puede liberarse ya que implicaría llegar a un plano más allá de lo que es y lo que existe. No hay más allá que esto, es la última e inquebrantable gran jaula de la que nada ni nadie podrá salir alguna vez, aun transportándose a otra dimensión, sólo lograría salir de esta gran jaula para internarse en otra diferente.
Así, la idea de la libertad es una jaula en sí misma, creada por nuestra conciencia limitada por nuestra cultura y nuestra sociedad, por nuestro deseo de ser libres a pesar de que esto, a la vista de lo anterior, es sólo un vano ideal que no lleva a ningún lado. El único camino, más allá de la libertad, es la trascendencia; la trascendencia de la cultura, de la sociedad, de la conciencia y del cuerpo... de las ideas, de los deseos, de la vida misma...
Eternamente presos, eternamente atados... esperando que la muerte nos libere, y sin siquiera tener seguridad de que lo hará...
Nota del autor:
Cabe aclarar... este escrito surgió de la "nada" (dígase, de nada que quiera compartir). Realmente no sé como me siento al respecto de este escrito, ya que, los que me conozcan, sabrán que la libertad y la vida son, para mí, unas de las cosas más preciadas y sagradas... pero tenía que sacar estas ideas de mi cabeza...
N.W.
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Cuando lo que se expresa es odio, no hay libertad...