Ternura: dígase de algo que tiene
calidad de tierno. Sentimiento de cariño entrañable.
Tierno: que se
deforma fácilmente, reciente, propenso al llanto, afectuoso, cariñoso, amable, delicado,
suave.
Radical: que pertenece o es relativo
a la raíz, fundamental, esencial, total, completo.
Ternura Radical: poner la ternura, es decir, el amor, el
cariño, la suavidad, la delicadeza, la amabilidad, como principio fundamental, raíz
y esencia de todo lo que hacemos. Ser radicalmente tiernos entre nosotros, con
nosotros mismos, con el cosmos y con todo y todos los que nos rodean.
Ser radicalmente tiernos implica mostrarnos vulnerables,
suaves, amables, pero eso no significa estar desprotegidos, porque amar es
proteger y protegerse, ya que cuidamos y protegemos aquello que amamos. Es
trabajar por el bien de todos y de todo, luchar contra aquello que provenga desde
la imposición, contra todo lo que destruye, separa y lastima. De ahí que, por
definición, la ternura radical no se puede imponer, porque la imposición no
viene del amor, viene del deseo de control. Debe ser una invitación, tender la
mano esperando que la tomen, pero sabiendo que puede que la rechacen y, aceptarlo
desde el amor a la libertad.
Ser radicalmente tiernos es poner el amor como eje, como
cimiento de toda acción hacia los otros y hacia nosotros mismos, siempre
buscando el equilibrio, ya que poner al afuera por encima de nosotros o
ponernos nosotros por encima del afuera no es amor. Habrá momentos en que tendremos
que ser egoístas o dejar de lado nuestro egoísmo, donde no importa qué hagamos,
saldremos lastimados o lastimaremos a alguien, porque toda acción tiene un
efecto, no siempre deseado, pero podemos hacer el intento de actuar buscando el
bien mayor o el mal menor.
Ser radicalmente tiernos es entonces una invitación a
cuidarnos, protegernos, procurarnos, a nosotros como colectivo y a nosotros
como personas, porque amarnos significa negociar entre cuidarnos y cuidarlos,
el adentro y el afuera. Porque ultimadamente somos cuerpo, carne, mente y
espíritu en unidad, que debemos cuidar para poder cuidar al resto. Una casa sin
techo ni ventanas, con muros a punto de venirse abajo, no es buen refugio.
Seamos refugio, un refugio cálido y abierto, para nosotros y para los otros.
Ser radicalmente tiernos con todos no significa siempre
poner la otra mejilla, hacer la vista gorda ante las ofensas, solapar o
aguantar comportamientos dañinos. Si bien todos merecen ser tratados con amor,
el amor debe ser correspondido. Si ese amor es respondido con injurias, la
acción más tierna que podemos tomar es apartarnos, por amor y protección
propia. Alejarnos de aquello y aquellos que nos lastiman o lastiman a los otros
también es protegernos. Se hace la invitación a la ternura, pero si esta se
rechaza, no se insiste.
Cuando se habla de amor, amor como principio fundamental, es
un amor con agencia, porque el amor es un proceso, es algo que se construye,
adapta y modifica. El amor no es objetivo ni destino, es camino, es acción, el
amor se ejerce cotidianamente. El amor no se logra, no se alcanza, sino que se
hace, todos los días, a partir de las acciones. El amor a veces duele y
lastima, a veces tendremos que poner nuestro amor propio por encima del amor a los demás o
viceversa. El amor no lo puede todo, pero todo se puede hacer con amor.
Ser radicalmente tiernos, siendo la ternura parte del amor y
el amor un proceso cotidiano, hace que este sea una actitud utópica y
revolucionaria, presente, cotidiana y permanente, que se hace desde el hoy y no
espera, desde el aquí y el ahora, porque busca construir el mañana en vez de
esperar a que éste llegue. Se es radicalmente tierno hoy, en este momento y en
todos los momentos, para que mañana también lo seamos.
Ser radicalmente tiernos también implica aceptar que habrá
momentos que tendremos que dejar ir y atravesar el duelo, porque el duelo es
otra cara del amor. El dolor de haber amado y perdido, de seguir amando algo o
alguien que ha partido. Porque el amor se acaba, y forzarlo no es amor. En ese
duelo y dejar ir también entra el aceptar que somos imperfectos, perdonarnos,
tratarnos con cariño, ayudarnos a crecer y a aprender, a mejorar, a levantarnos,
como lo hacemos con los demás. También el aceptar que habrá veces en que no
podremos ser radicalmente tiernos, que nos ganará la oscuridad que nos habita.
Pero reconocerla, aceptarla y, desde la ternura radical, irla llenando de luz,
tanto como se pueda, para poder ser, cada vez más y por más tiempo, radicalmente
tiernos.
Así, esta es una invitación a sumarse a un movimiento utópico
y revolucionario, por ser permanente y presente. Una invitación a actuar con
amor ante todo y ante todos como principio fundamental de acción, a protegernos, procurarnos y refugiarnos. Una invitación a luchar contra lo que
lastima y destruye, a construir el bien común, a negociar, a soltar, a atravesar
duelos, a perdonar, a comprender.
Es pues, una invitación a ser radicalmente tiernos.