13/7/23

Caramelo envenenado

¿Será que todavía vienes de visita a leer lo que escribo? Porque yo sé que lo hacías, me consta. No tengo duda alguna de ello.


Y si fuera así, ¿Me lo dirías? ¿Cómo saberlo? ¿Sabrías que te estoy escribiendo a ti? ¿A tis? A tis, no a ustedes, a tis, porque no sé si te escribo a ti o a otra persona o a una mezcla de varias que se funden en una sola idea quimérica que se presenta con varios rostros.


Caramelo envenenado. Así te (o tes) nombré un día, porque me encanta la metáfora.


Caramelo envenenado. Dulce potencialmente letal; antojo con alta probabilidad de ser dañino; deseo inalcanzable, no por imposibilidad, sino porque hacerlo sería negligente y tal vez estúpido.


Tal vez... Y no sé si quiero comprobarlo.


Pero sí se que transitas mis sueños, en tus múltiples formas, porque eres tú y eres más personas, todas juntas en una misma idea. Un deseo que clama por ser satisfecho de manera fugaz y puntual. Que tal vez un día regrese, o que con una vez sea suficiente.


¿Será, si es que lees esto, que sepas que te escribo a ti? Y si lo supieras, ¿me lo dirías? Me dirías que exagero, tal vez. Me dirías que nunca va a pasar, tal vez. Me dirías que lo haga, tal vez. No lo sé. Y no sé si quiero comprobarlo.


¿Qué haría teniéndote en mi boca? ¿Escupirte y salvar mi alma? ¿Disfrutar del dulce sabor de la muerte? No lo sé. ¿Acaso tú lo sabes?


Te escribo esto con esperanza de que aún me leas. Para que sepas que rondas los salones de mis recuerdos. Un fantasma que aparece de manera recurrente. Un demonio que no logro exorcizar. Un ciclo que no termina de cerrar. Una herida que no termina de sanar. O más bien, que quiero volver a abrir.


¿Te llenaría de orgullo? ¿De vergüenza? ¿De rabia? Saber que una parte de mí se niega a terminar de soltarte para que te hundas en el mar del pasado y el olvido. Que me resisto a buscarte, esperando que seas tú quien llegue.


Porque sí, quiero. Quiero, pero sé que hay peligro. ¿Lo hay? ¿Y si solo es mi pensamiento catastrófico? Mi ansiedad y pesimismo. O es mi experiencia y precaución. Tenue línea, casi imposible de discernir de qué lado camina uno.


Espero nunca leas estas palabras. No sé que haría si lo hicieras. Si lo haces y me dices que sabes que eres tú o tús. Si un día te presentas a mi puerta asegurándome que no hay nada que temer, que estoy siendo irracional, que me deje caer al vacío, a la oscuridad, esperando lo mejor.


Caramelo envenenado. Si estás leyendo esto, o si no, ya te lo he dicho todo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Cuando lo que se expresa es odio, no hay libertad...

Template by:
Free Blog Templates