Últimamente han surgido muchas
preguntas en relación a los acontecimientos sociales y políticos que se han
desatado en este pedazo de tierra al que llamamos “nuestro país”, entre ellas
están: ¿De qué sirve hacer huelgas, paros, tomas de lugares y cierres de
calles? ¿Al gobierno le afecta en algo que se cierren las universidades? ¿En
qué aspecto se apoya una causa haciendo ese tipo de cosas?
Yo, desde mi humilde opinión,
busco dar respuesta a dichas preguntas:
Si uno decide que se debe cerrar
una institución en apoyo a una causa es para que en las horas que uno pasaría
haciendo sus actividades cotidianas, que ahora no tiene, trabaje en propuestas,
se informe o apoye de alguna manera la causa. El paro o la huelga NO SON
VACACIONES, al contrario, implican un trabajo todavía más arduo de concientización
y creación de propuestas y mociones para mejorar o apoyar una causa. Haciendo
este tipo de cosas no se apoya directamente a aquellos que están en el frente,
ni se muestra “solidaridad”. No, este tipo de acciones busca que la gente no
tenga "distracciones" y que pueda concentrarse en la resolución de los problemas
que aquejan a la sociedad.
Aquel que diga que la educación depende de un profesor, de un salón de clases, y de un pizarrón, déjeme decirle que eso es completamente falso. La educación depende de uno mismo. Importa poco ir a la mejor escuela del mundo, si uno es un mal alumno. No necesitamos de nadie para ir y leer un libro, para estudiar por nuestra cuenta o para armar cursos independientes. Incluso existen los métodos autodidactas que, hay que admitirlo, tal vez no sean tan buenos como los cursos presenciales, pero eso no les resta el valor que tienen.
Ese es el espíritu de la
detención de actividades. Aquellos que apoyan dichas tendencias para que, una
vez declarado que habrá un cese de actividades durante cierto tiempo, empiece a
planear la borrachera, tienen una actitud incluso más reprobable que aquellos
que son responsables por el descontento social. Un paro, una huelga, exigen
compromiso, exigen trabajo, exigen sacrificio; sin esto, efectivamente, no
tiene ninguna fuerza o validez dicha acción.
La toma de calles y cierre de
lugares públicos tiene como propósito que la gente que aún no se da cuenta de
lo que sucede despierte, que por el mismo descontento que les genera estar
atrapados 5 horas en sus coches, no poder ir a trabajar, perder el tiempo y
dinero; vayan y se pregunten “Que chingados quieren estos pendejos”. No se hace
para joder a la gente, si no para darles una cachetada en la cara, hacerlos reaccionar y que se informen del motivo de estas manifestaciones.
Este es el fin y el ideal de
estos actos de protesta. No es el arruinarle el día a nadie, no es el tener
vacaciones. Es sacudir a la gente, sacarla de su rutina, hacerla darse cuenta
de que algo está pasando y que tal vez le incumba más de lo que cree, es
generar espacios de discusión, de planeación, de información.
Este compromiso no debe quedarse
ahí. No porque el “enemigo” declare su rendición hay que replegarse cada quién
a su casa y hacer como que nada nunca pasó, al contrario, una vez que se
declare que la causa ha sido escuchada, empieza el verdadero trabajo. No sólo
hay que gritar que estamos en desacuerdo con algo, también hay que PROPONER una
vía alterna, no dejar que el movimiento muera sólo porque “Ya ganamos”.
En estos términos, hago un
cordial llamado a todo aquél o aquella que lea estas líneas a que, si están
dispuestos a luchar, lo hagan con convicción, lo hagan con compromiso, lo hagan
desde cualquier frente, ya sea desde una marcha, desde un plantón, desde un
foro, desde sus colonias o desde donde puedan y que no se quede en un grito de “¡Ya
basta!” sino que sea un grito de “¡Ya basta! ¡Hay que hacer esto!”
Déjense de doble moral y de
hipocresía, de no ir a la escuela para aplastarse frente a la televisión viendo
la novela, de ir a las marchas a emborracharse o fumar marihuana, de ir a los
campamentos a sentirse “bien revolucionarios” pero sin querer entrarle a los
golpes, de tachar a todos los que estén en desacuerdo con uno de ignorantes sin
tratarlos de educar, DE CRITICAR SIN PROPONER.
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