18/6/12

El cambio verdadero está en nuestras manos.

No, no soy proselitista, si no que me parece muy acertada esa frase, pero la gente al parecer la malinterpreta. El cambio efectivamente está en NUESTRAS manos, no en las de otra persona. Y cuando se refiere a nuestras manos no habla de un crayón negro, habla de algo más profundo y mucho más efectivo y real que hacer una cruz en una hoja de papel.

El cambio no es si no el fruto del trabajo arduo y constante. Es algo que se tarda en suceder, y de lo que a veces no nos damos cuenta, pero después de un tiempo es imposible negarlo. El cambio es una pequeña semilla de manzana que uno tiene y que si decide plantarla, tendrá que trabajar la tierra, colocarla en la tierra, regarla diariamente, tratarla con cuidado y siempre estar al pendiente, porque si la dejamos por un instante, esta simplemente morirá.

Este árbol de manzana no crecerá de la noche a la mañana, si no poco a poco, tan lento que no notaremos que crece hasta que sea demasiado obvio que ya no es una semilla, o un brote en la tierra. Pero eso no es todo, una vez que crezca el árbol, aún faltará para que este empiece a dar frutos. Pasarán años antes de que eso suceda, tantos que es posible que nosotros nunca comamos una manzana, sin embargo, posiblemente nuestros nietos y bisnietos sí disfruten de ellas.

El cambio no lo sembramos para nosotros, lo sembramos para los que vienen. JAMÁS o rara vez comeremos del árbol que plantamos. Pero nuestros descendientes tendrán alimento durante mucho tiempo, y mientras comen, plantarán sus propios árboles. Pero el manzano no crecerá hasta que se plante la semilla. Cada quién tiene desde que nace la suya propia y es su RESPONSABILIDAD plantarla y cuidar de ella. Nosotros comemos de los árboles de nuestros antepasados y tenemos la OBLIGACIÓN de sembrar nuevas fuentes de alimento.

El cambio efectivamente está en nuestras manos, pero no consiste en cambiar al dueño del terreno, si no de trabajar NOSOTROS la tierra, con NUESTRAS semillas y con NUESTRO esfuerzo. No importa de quién sea el campo si nosotros no plantamos o no cuidamos lo que hay en él. Y tampoco importa si el anterior dueño o el que quiere serlo es un idiota. Las semillas son INMUNES a la INEPTITUD Y ESTUPIDEZ.

El cambio lo hacemos nosotros, sin importar quién se diga el capataz, porque la tierra es de quien la trabaja y somos nosotros los que debemos hacerlo, nosotros somos los dueños de nuestro destino, de nuestra felicidad y de la de los que nos seguirán. NOSOTROS somos los que debemos cambiar. NOSOTROS debemos plantar las semillas del cambio.

Así que deja ya de preocuparte sobre quién tiene las escrituras y mejor preocúpate por tu semilla y por los que vendrán después de ti, que serán los que coman los frutos de tu esfuerzo. NO IMPORTA quién mande, si nosotros no hacemos nada, nuestros nietos tendrán hambre mañana.

1 comentario:

  1. En efecto. Nosotros somos la verdadera solución, lo que hagamos. No ellos.

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Cuando lo que se expresa es odio, no hay libertad...

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