3/9/12

Un pinchazo nada más.

Cuando uno está enfermo y le dan la opción de: tomar durante dos semanas pastillas o jarabes o tres días de inyecciones, la mayoría opta por las pastillas. Es natural, no nos gusta el dolor. Por eso preferimos estar dos semanas tomando remedios, pastillas y jarabes de sabores si no horribles, al menos poco agradables. Y no sólo eso, los jarabes y pastillas a veces causan problemas en el estómago, riñones o hígado, que se resuelven con más medicamentos. Pero si fuésemos menos temerosos y nos consiguiésemos una buena almohada para morder mientras nos inyectan, de forma más rápida, eficiente y sin efectos secundarios además del dolor que pasa en unos días, estaríamos curados. Pastillas y jarabes sólo son remedios a medias, mientras que las inyecciones son más directas.

Además, supongo que los médicos siempre dirán que es mejor la inyección por su efectividad, aunque siempre darán la otra opción menos dolorosa pero más engorrosa. Pero imaginen que a los médicos también les doliera poner inyecciones. Que siempre optaran por la salida fácil a costa de los estómagos y lenguas de sus pacientes que a la larga se terminarán por dañar. Todo sea por no causarle dolor al paciente y que éste sufra y reclame. Y sí, es doloroso recibir una inyección, pero si desde pequeños nos acostumbráramos a recibirlas, después de un tiempo, no tendríamos problema alguno. Así como los drogadictos, los que se tatúan o los diabéticos. A la larga uno se acostumbra al dolor puntual y agudo de la aguja.

Pues así es con la verdad. No nos gusta la verdad a inyecciones. No nos gusta que la gente sea directa, siempre preferimos que nos lo dosifiquen, nos lo maticen, diluyan y otros verbos que hacen más soportable la verdad. Y no sólo somos nosotros los que no nos gusta recibir las inyecciones, sino que también a nuestros médicos, dígase los que nos la tienen que decir, no les gusta inyectar. Prefieren las pastillas, los jarabes, los tés y remedios baratos a costa de nuestra salud futura; mientras que si se atreviesen clavarnos la aguja, en tres días el dolor pasaría y todo seguiría como si nada.

No le puedes reclamar a un médico que te haya dolido la inyección, así como no puedes culpar a una persona por decirte la verdad cruda. Simplemente están haciendo lo mejor para ti y para ellos. Y desde pequeños deberíamos a acostumbrarnos a decir las cosas como van, directas y sin escalas, crudas, directas y puntuales.

Pero, sinceramente a nadie nos gusta eso de la verdad directa, aún cuando si así nos hablásemos entre nosotros siempre, todo sería más fácil. También, debería ser un motivo más para ser amigo o pareja de alguien, que nos dijesen la verdad a secas. Porque esa, considero yo, es la máxima muestra de respeto e incluso cariño que alguien puede mostrar por otro, ya que, aunque duela, el remedio es más efectivo y causará menos problemas a la larga.

Por tanto, al menos yo, procuraré decirles a todos ustedes, lectores y lectoras, la verdad lo más dura posible. Sé que a muchos no les gustará, y es normal, pero véanlo como un favor y una muestra de cariño de mi parte. Y a ustedes también los exhorto a que me la dejen ir derecha, y que no teman que les reclame porque me ha dolido, ya que sé que es por mi bien. Espero que después de clavarnos todas las agujas posibles, terminemos curtidos y fuertes; y que esto en vez de alejarnos o dejarnos con rencores, nos acerque más a la perfecta relación entre personas.

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