8/9/20

Carta a un ladrón

Carnal, será que estudié lo que estudié, será que me he rodeado de gente llena de amor y compasión. Pero sobre todo, lo que necesito es sanar. Por eso te escribo esto. 
 
Sé que no lo leerás y que si lo hicieras tal vez ni te importe, pero te quiero decir que no hay rencor. 
 
Sé, o quiero pensar, que no fue tu primera opción, que la vida está cabrona, que es más una necesidad que un placer y que, de haber sido otras las circunstancias, no lo habrías hecho. Yo tengo el privilegio de poder sentarme y decir “bueno, en un par de meses recupero todo”, pero tú no. Espero de corazón que lo que te llevaste te ayude. Hoy lo necesitas más que yo. Y no te escribo esto viéndote desde arriba, con condescendencia. Te lo escribo de frente, como iguales, o incluso desde abajo, desde donde me hiciste verte, desde donde tus ojos y los míos se encontraron y desde donde viste mi miedo. 
 
No te diré que no estoy enojado contigo. Por supuesto que lo estoy, y mucho, y una parte de mi quiere devolvértelo, pero no en venganza, sino para no volverme a sentirme indefenso. Eso es lo que me enoja, que me hayas hecho sentir indefenso, que me hayas amenazado, que me hayas hecho sentir miedo, que me hayas hecho elegir de una manera tan violenta. Pero sé que, si no hubieras hecho eso, yo no te habría dado nada, no habría elegido. 
 
Espero poder aportar algo a este mundo para que menos personas tengan que llegar a donde tú has llegado. La vida no ha sido justa, la vida te ha lastimado y te ha hecho ser lo que eres cuando pudo haber sido de otra manera. Y estoy seguro de que, de poder sentarnos a platicar, me dirías que, si hubiera sido tu elección, hubieras preferido estar en otro lugar, en otra situación, en otra realidad. 
 
Carnal, estés donde estés, estés haciendo con lo que sea que estés haciendo, te deseo que jamás vuelvas a tener que hacerlo, por ti y por el resto de nosotros. Espero que sea la última vez. Espero que lo que te rodea mejore, que lo que necesitas lo consigas y que la oportunidad llegue. 
 
Carnal, te perdono. Me diste una probada de tu realidad y de la realidad de muchos otros, una realidad que yo no he vivido, que agradezco no estar viviendo y que, sinceramente, espero nunca vivir. 
 
Carnal, te abrazo a la distancia desde el dolor y desde el miedo. 
 
Sin rencor.

2 comentarios:

Cuando lo que se expresa es odio, no hay libertad...

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