Mientras lees esto, y si es que alguna vez he
hablado frente a frente contigo, posiblemente te lo imaginas con mi voz. O me
imaginas a mí escribiendo esto frente a una computadora. Pero, los que
simplemente no saben quién soy, ¿Qué se imaginan? Obviamente pensarán en un ser
humano utilizando sus manos para teclear frente a una computadora, pero fuera
de eso, no saben como es la cara de ese ser humano, dígase yo. Es más, se
imaginan a un ser humano porque es lo más lógico. ¿O a caso sí se imaginan a un
mapache haciendo uso de una computadora? Probablemente no.
Pero sin importar si piensas en un ser humano,
un mapache, un pez o un zombie, sigues pensando en que alguien debió escribir
esto. Que de la mente de algo o alguien esto surgió como una idea y luego la
desarrolló para crear un texto. Es imposible que haya surgido de la nada.
Entonces, ese ser que está detrás de este texto es un ser implícito. Es implícito porque aunque no lo ves o conoces sabes que hay algo o alguien detrás de
estas letras. Así pasa con todo lo que leemos, vemos en la televisión o en el
cine; escuchamos por el radio, cuando vemos un cuadro o una escultura y en
otras tantas situaciones donde sabemos que hay alguien detrás que mueve o movió
los hilos de lo que estamos experimentando. A ese ser no lo conocemos, pero a
través de su obra intentamos acercarnos a ese ente real y necesario para la
existencia de la obra en cuestión.
Ahora en la era del chat, el e-mail y del blog,
este fenómeno del ser implícito a
aumentado considerablemente de proporciones, ya que al final siempre debe haber
algo detrás de la pantalla que nos está contestando y, de preferencia, debe ser
la persona con la que creemos haber entablado comunicación. Y cosa curiosa,
antes se hablaba uno frente a frente (ser
explícito), luego por teléfono y cartas, luego llega el e-mail, luego el
chat (todas las anteriores con un ser en mayor o menor medida implícito) y hemos culminado con las
video-llamadas (ser explícito, de
nuevo).
Estamos regresando a la explicitud ya que nuestro instinto y requerimiento de contacto,
aunque sea visual, está superando a nuestra costumbre de la implicitud. Esto aunado a nuestra
curiosidad innata, o jamás se han preguntado ¿Realmente estaré comunicándome
con quien creo que es?. Es más, los que me conocen como ser explícito, ¿Seré “yo” el que siempre escribe estas cosas o
seremos varias personas diferentes?
Aunque hay que admitir que esta condición de
“ser sin ser” trae la ventaja del anonimato con las personas con las que nunca
he tenido contacto; y del anonimato relativo con las personas con las que si he
convivido, ya que aunque no puedan estar seguras de que yo soy “yo” en
realidad, eso esperan. Por lo tanto, cuando escribo una carta o un mensaje
tengo la ventaja de que existe una posibilidad de que el que escribe no haya
sido “yo”. Además, no puedes hacerle daño a un ser implícito, por lo que es fácil escribir TODOS USTEDES SON
IDIOTAS sin temor a que algún ofendido tome represalias en mi contra.
Pero, ¿Realmente te gustaría saber quién esta
detrás de estos textos? O consideras mejor seguir imaginando a un ser humano mientras
escribe, vestido decentemente en vez de en pijama como lo estoy ahora.
Aclaro que eso es mentira, los mapaches no
usamos pijama.
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