Aún cuando el título esté en
inglés, seguiré escribiendo en español. Al menos hasta que pueda hacerlo bien
en inglés.
Te asomas a la ventana y no ves
más que nubes. Pones atención y no oyes más que el ruido blanco de los motores.
Aprovechas lo moderno del avión en que estás viajando y pones en pantalla el
mapa de vuelo para poderte ubicar.
Estás en medio de la nada. No hay
lugar al que puedas nombrar. Sólo hay cielo
bajo de ti y agua sobre de ti. Y allá
en el horizonte, el disco solar que muere.
Pasa el tiempo. Ahora es de
noche. Una noche oscura sin estrellas ni luna. Cenas algo.
Te asomas a la ventana y no ves
más que una total oscuridad. Pones atención y no oyes más que el ruido blanco
de los motores. Aprovechas lo moderno del avión en que estás viajando y pones
en pantalla el mapa de vuelo para poderte ubicar.
Estás en medio de la nada. No hay
lugar al que puedas nombrar. Sólo existe la oscuridad bajo de ti, y oscuridad
sobre de ti. Y allá en el horizonte, un amanecer que te persigue, del cual
huyes desesperadamente.
Pasa el tiempo. Tienes sueño. No
sabes qué hora es, cada reloj dice algo diferente. El del celular, el del avión
y el biológico. Intentas dormir un rato.
Cierras los ojos y no ves más que
el tenue resplandor de las pantallas de los otros y luces de lectura. Pones
atención y no oyes más que el ruido blanco de los motores. Aprovechas lo que te
dieron junto con tu asiento y te pones tapones para los oídos.
Estás incómodo. No hay manera de
que concilies el sueño más de dos horas consecutivas. Viajas en un estado de
semi-conciencia hasta que finalmente te apagas. Y allá en el horizonte, un
nuevo mundo por llegar.
Pasa el tiempo. Despiertas y desayunas. Estás por llegar, lo sabes y el mapa lo confirma, pero impera la oscuridad.
Pasa el tiempo. Despiertas y desayunas. Estás por llegar, lo sabes y el mapa lo confirma, pero impera la oscuridad.
Abres los ojos, te asomas a la ventana y no ves más que una
pequeña estrella. Pones atención y no oye más que el ruido blanco de los
motores. Aprovechas lo moderno del avión en que estás viajando y pones en
pantalla el mapa de vuelo para poderte ubicar.
Estás a unos minutos de tu destino. Te rodean pequeños
países insulares. Solo hay fronteras y nombres de ciudades bajo de ti y una estrella solitaria sobre de ti. Y allá en el horizonte,
las titilantes luces de una ciudad distante.
Has llegado. Que el viaje comience.
Escrito
parte en el aire, parte en la tierra; parte en ningún lugar y parte en algún
lugar.
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