-Míralo, parece tonto viendo esa lámpara. Lleva más de dos horas ahí, bajo la nieve.
-¿Por qué será?
-Dice que en su vida ha visto la nieve y que ahí la puede ver caer mejor que en otro lado. Que el reflejo, que la contraluz, que no-sé-que…
-¿Y lleva dos horas ahí? Vamos… hay que meterlo, seguramente regresará con pulmonía.
-Tienes toda la razón Conchita, habrá que meterlo y decirle que se cambie la ropa.
-Y darle algo caliente, porque ya sabes cómo es tu marido. Él solo no se cuida como debe.
-Ay… Si lo vieras cada vez que vamos de paseo. Se queda mirando las nubes, el pasto, los árboles, las vitrinas de las tiendas… todo, como si una florecilla, el amanecer, un río o un perrito fuesen la octava maravilla.
-Pues ¿No te digo Ceci? Tu marido es como un niño, con cualquier cosa se asombra. Y ahí afuera está la prueba. Viendo la nieve como si fuera algo especial. ¿Qué a tu marido no le gustan las películas americanas? En muchas hay escenas con nieve. Con eso me basta a mí para saber que es la nieve. No necesito estar congelándome y arriesgándome a que me entre el catarro.
-¡Míralo, míralo, míralo! ¿Ahora qué se trae ese entre manos?
-¡Pero si está haciendo un ángel de nieve!
-¿Un ángel? A mí me parece que lo que está haciendo es arruinar sus pantalones y su camisa ahí acostado. Más que ángel, diablo.
-No puedo creerlo. Tu marido ya tiene sus años y sigue haciendo ese tipo de cosas. ¿Qué no sabe nada de decencia y compostura? Ya no está en edad de comportarse tan… tan… infantil, sí esa es la palabra.
-Ni me digas, que el otro día que estaba lloviendo se fue sin paraguas y regresó todo enlodado y hecho una sopa. Me dijo que se fue al parque a caminar bajo la lluvia, ¿Tú crees?
-Pero eso ya ni mi Pedrito, que aunque tenga 12 años ya es todo un hombrecito. Ay Ceci, ¡Hice un verso sin esfuerzo! Él sí se cuida, se tapa, se está quieto y no hace travesuras. Desde los diez años su papá le enseñó cómo comportarse.
-Y deja te cuento otra cosa. A mi marido le encanta estar comiendo porquerías. Ya sabes, helado, hot cakes, refresco, chocolates, pizza y todas esas cosas.
-¡Híjole! No me digas eso. Yo apenas como algo así y enseguida me entra la gastritis. Yo si me cuido comiendo All-bran, leche deslactosada, nada de grasas, pescado al vapor y otras cosas. Tal vez no tengan mucho sabor, pero eso sí, hay que cuidarse. Que aunque tenga 36 yo si quiero llegar a vieja.
-Yo siempre se le digo. Cuando estamos comiendo agarro y le digo: “Jorge, ya tienes 40. Deberías empezar a pensar en dejarte de esas cosas que tanto te gustan y cambiarlas por actividades más sanas y acordes a tu edad. ¿Por qué no en vez de irte al parque a jugar con los perros o andar armando cosas con la basura que encuentras en la calle, no lees un buen libro o resuelves sudokus o vas a conciertos de música clásica? que se yo. ”
-Y ¿Qué te contesta?
-Me dice que eso es para gente aburrida, que lo que a él le gusta es divertirse y hacer cosas al aire libre.
-¡Ay nos está diciendo aburridas! Además, nosotras también sabemos divertirnos. Ya sabes, está el bingo, la novela de las cinco, el crucigrama y claro, leer los chismes de las revistas. Y suficiente aire libre tenemos yendo a hacer el mandado.
-Sí. La verdad no sé cómo aguanta estar corriendo y “retozando” tanto tiempo. Yo a penas empiezo a caminar o estoy parada mucho tiempo y me empieza a doler la cadera, las rodillas y los tobillos. Por eso prefiero estar aquí sentadita, con mi cafecito caliente y con mi abrigo para que no me dé frío, que luego me duelen las articulaciones.
-Ay Ceci… Pero ya, vamos a meterlo que seguro le va a dar gripa.
-Sí, vamos por él, que mira que ya ha de estar todo congelado. Habrá que frotarle los pies con alcohol para que no le vaya a dar el enfriamiento…
-Y que se seque bien…
-Y que se cambie de calcetines…
Publicado originalmente en: "Desencuentros, cuentos para leerse al revés", 17 de septiembre de 2012, Queenstown, Nueva Zelanda.
http://cuentosalreves.blogspot.mx/2012_09_01_archive.html
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