-Estoy maldito, te digo.
-Nah, ¿cómo crees? Solo exageras, siempre tendemos a
exagerar lo que nos pasa porque no vemos lo que les pasa a otros y como solo
vemos lo que nos pasa a nosotros, todo el tiempo, pues parece que nos pasan más
cosas que a los demás.
-...
-No te convence, ¿verdad?
-No. Aunque sí, pues, creo que tienes razón. Vivo conmigo
todo el tiempo y todo el tiempo veo que me pasan cosas y por eso sé que estoy
maldito.
-Exageras, te digo.
-Pásame el encendedor. Ten. Sigue prendida.
-...
-Pero, sí estoy maldito.
-A ver... Pruébalo.
-¿Te acuerdas de esa vez que tenía que llegar al evento
aquel en quién sabe dónde? Al que me ayudaste. ¿Y cómo de la nada el celular se
fue a la mierda y ya no supe cómo llegar y no te pude llamar y valió verga
todo?
-Ajá
-Ahí está. Estoy maldito.
-Bueno, pero eso es una cosa nada más. A todos nos pasan cosas
malas de vez en cuando.
-O también. La vez que fui a hacer lo del trámite ese con el
banco. ¿Te acuerdas como en la noche preparamos todo? Que hasta revisamos la lista
de documentos dos veces y que todo estuviera en el folder.
-...
-¿Cómo explicas que cuando llegué allá no tenía la copia de
la identificación?
-Se habrá caído en el camino
-Ajá. Seguro. Eso no explica por qué se cayó en el camino.
-Bueno, son cosas inexplicables, pero no es para tanto.
-¿Y la vez que casi me atropellan?
-¿Cuál de todas?
-¿Ves? No es posible que sea un imán de conductores idiotas
-Hay muchísimos... de hecho, es estadísticamente más...
-Más probable morir en un accidente de auto que en uno de avión,
me lo has dicho muchas veces. Muchas. Muchas veces.
-Pues eso, es más probable.
-¿Cuántas veces te han casi atropellado?
-No llevo la cuenta.
-¿Más que a mí?
-Tampoco llevo esa cuenta. Pásamela. Deja la limpio.
-...
-Ten.
-¿Y cuando me asaltaron?
-¿Qué tiene? A mí también me han asaltado.
-Ajá, pero... ese día llevaba los aretes que le iba a regalar
a mi jefa. Y recién había sacado la identificación. Por tercera ocasión, porque
la primera se me cayó cuando fuimos a las trajineras ¿te acuerdas? Y la segunda
nunca supe dónde quedó.
-Bueno, podrías haber ido con cara de nervioso y entonces el
cabrón supuso que traías algo valioso y, sobres.
-Ya se acabó. ¿Sirvo más?
-Ten.
-...
-...
-Qué pendejo estoy. Ya no hay más, ¿verdad?
-Nop. Era lo último.
-...
-Wey, creo que sí estas maldito.
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Cuando lo que se expresa es odio, no hay libertad...