28/3/10

Musico Soy, Musico Seré


Llego, falta una hora para que empiece el show. No estoy muy nervioso, no es la primera vez que toco en público, pero si la primera que toco completamente solo. Me repito a mi mismo “tranquilo, no te equivocarás, te sabes las piezas, y en caso de que pasara, pues, ya ni modo, no hay problema.” Pienso tocar La "Sonatina en C" de Muzio Clementi y "I Just Call To Say I Love You" de Stevie Wonder. Llevo partituras del segundo y tercer movimiento de la sonatina aunque no pienso tocar el tercer movimiento, lo demás me lo se de memoria. Los demás participantes comienzan a llegar, y yo intento relajarme escuchando algo de música de Te Vaka dejando que el ritmo de los tambores me transporte a la Polinesia y se lleve mis nervios. Pienso en la gente que invité, y en la que no, pienso en por que invité a unos y a otros no, pero que más da, espero que alguno llegue y al mismo tiempo no quiero que se aparezca nadie.

Ya está todo listo, comenzamos a dar nuestros nombres y el de nuestras piezas para el programa, y descubrimos un detalle, un Fa del piano electrónico no suena… comenzamos a prepararnos para imaginar el sonido ausente y no descontrolarnos a la hora de que nuestros dedos rocen la tecla.

La hora llega, al parecer cierro el evento, cosa que me pone más nervioso, pero al final no pasa eso, soy el número 14 de 16. Los participantes pasan, abre Marta diciendo “creo que el sentimiento es unánime, venimos y nos subimos aquí totalmente asustados, pero haremos nuestro mejor esfuerzo” Efectivamente, todos estamos muy nerviosos, pero intentaremos dar lo mejor de nosotros.

Poco a poco pasa la gente a tocar sus obras, algunos en el piano, otros en el acordeón. Errores no faltan, incluso una participante huye sin terminar la pieza. La idea de enfrentarte a un público totalmente solo, aunque sean unas 30 personas, me asusta, pero habrá que superar ese muro. Yo aún estoy mas tranquilo que nervioso y repaso en mi cabeza las notas que Clementi escribió en su sonatina y el ritmo de la canción de Wonder.

El intermedio llega, salgo a respirar un poco y a tomar algo de agua, en el siguiente bloque me toca. Recibo una sorpresa muy agradable, Larisa está entre el público y nos ponemos a platicar y a reír como tontos. Me calma un poco la distracción, pero ya es hora de continuar.

Van subiendo más participantes y cada vez falta menos para mi turno. Escucho a algunas personas tocando piezas que me gustan o que me sé, las toco en el aire y me doy cuenta de los errores que tienen. Escucho como por cada pieza que alguien toca, hay uno o más errores y me pongo más nervioso, “y si me equivoco? Y si se me olvidan partes de las piezas que no traje en partitura?" el profesor me dice “tranquilo, nadie conoce la primera pieza”, Si, efectivamente es poco probable que el público conozca la pieza, solo mis familiares y algunos de los participantes, pero aún está la otra que si es conocida.

Es mi turno, los nervios se apoderan de mí, escucho que me presentan como el “Señor Fernando” y me da risa, pero ya es hora. Subo y me acomodo frente al teclado electrónico. Pongo las partituras y doy gracias a Long Cat por que ya suena el Fa y por que las partituras cubren mi vista.

Comienzo con el primer movimiento, estoy temblando, pero sale bien. Prosigo con el segundo y cometo un error, pero la cadencia de la pieza me salva, repito todo el movimiento y nadie se da cuenta. “Así iba” pienso. Cierro la sonatina tocando una vez más el primer movimiento, pero llego al final del primer sistema y se me olvida todo. Dejo mis manos sobre las teclas y el sonido de estas se alarga, no quiero dejar todo en silencio. Intento recordar la escala descendente que va antes del segundo sistema pero mi mente está en blanco. Respiro hondo y continúo con el segundo sistema. Se que la gente se dio cuenta, pero escucho las voces de mis padres resonando en mi mente “si te equivocas, sigue.” “siempre termina la pieza, como puedas, pero termínala.” “no hagas caras, si no más cuenta se da la gente.” Hago caso a los consejos y termino con aplomo la pieza. Bajo la partitura y la gente aplaude.

Me asalta una duda “el profesor presentó las dos piezas que voy a tocar? O solo mencionó la sonatina?”. Empiezo a tocar aún con la duda en la mente, y poco a poco me doy cuenta que el público ni enterado estaba de que iba a tocar esta otra pieza. Esta me la se de memoria e intento interpretarla mas que tocarla, pero los nervios son mucho más poderosos. Mientras toco miro mis manos y tarareo la canción en mi cabeza para tener una forma de guiarme. Intento subir la vista para observar al público, pero en cuanto mis ojos se posan en las caras de la gente, bajo la cabeza como una tortuga que se oculta y continúo tocando. Mi pelo me cubre la cara, y doy gracias por ello. No veo a nadie, solo mis manos bailando sobre las teclas.

La canción sale bien, un pequeño error por ahí en el acompañamiento, pero nada grave. La gente vuelve a aplaudir y yo bajo del escenario. Han terminado los minutos más largos de mi vida, tengo una sed del demonio y estoy temblando, pero valió la pena.

Después de mi, pasa un acordeonista y para cerrar un ensamble, con lo que acaba este recital, mezcla de canciones de todos los niveles de dificultad, desde canciones muy sencillas hasta obras de los grandes de la música. Nos dan un diploma en reconocimiento por nuestra “excelente participación” en esta presentación. Me da risa lo de “excelente”, pero al final recuerdo las palabras de Marta “haremos nuestro mejor esfuerzo”. Si, eso es lo que hemos hecho, dimos lo mejor de nosotros, nos enfrentamos solos al monstruo de los nervios y del pánico escénico, y claro que nos equivocamos, pero aun así, tocamos con toda nuestra alma, y eso ya es excelente.

Le agradezco a todo ese público, a esos amigos y familiares que nos acompañaron en esta experiencia y que aún a sabiendas de que no somos ni por asomo los grandes pianistas de México, nos apoyaron con sus aplausos y su presencia.

3 comentarios:

  1. Ummmm... me gustaría haber ido, pero a esas horas no estaba... en condiciones apropiadas para ir por allá aunque me encontraba por el centro...

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  2. Grrrr, me gustaría haber ido, pero fui secuestrada por mi madre ¬¬
    Eres tu Nando, podrás equivocarte pero siempre saldrá chido!

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Cuando lo que se expresa es odio, no hay libertad...

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