2/11/11

Hierba Mala Nunca Muere, una historia de codicia, odio y venganza. Cap 7.

Capítulo 7

Irene fue juzgada dos días después y frente a las pruebas irrefutables de la carta donde confesaba lo que había sucedido y el haber encontrado un sembradío de hierbas en su jardín, fue condenada a morir quemada una semana después al medio día en la plaza principal. Esto se informó a todos los vecinos de San Martín de la Luz y se les dijo que fuesen a la iglesia a recibir nuevamente el bautizo y la comunión para así librarse de todo mal que la bruja Irene les pudiese haber causado al darles aquellas plantas del demonio. Y en cuando a sus pertenencias que se le iban a dar a Arturo, serían tomadas por la iglesia y su casa destruida ya que ahí se habían practicado actos impíos y como no habían hallado a los hijos, no había necesidad de que Arturo los educara y por tanto no necesitaba el dinero ni la casa. Arturo nunca pensó en aquel revés del destino y la sentencia lo hizo enfurecer, mas no podía decir nada ya que revelaría sus intenciones. Al final, Irene había tenido razón, sin sus hijos el nunca podría completar su propósito. Arturo tenía que encontrar a los niños si quería ganar su libertad, así que fue una noche a la cárcel de la Santa Inquisición y buscó a Irene.

“A donde los mandaste, infeliz”

Irene no respondía nada y Arturo siguió cuestionándola, pero Irene permanecía muda ya que sabía que si decía palabra, sus hijos estarían en riesgo. Así Arturo pasó toda la noche interrogándola pero sin obtener respuesta alguna por lo que, movido por la ira, mandó a que no se le diera de comer a la bruja porque según el la había encontrado en su celda haciendo conjuros en contra de los sacerdotes y blasfemando contra Dios. Y durante los días que Irene estuvo encerrada, Arturo bajaba por las noches para interrogarla prometiéndole que si hablaba le traería comida y agua, pero Irene prefería ser consumida por el hambre que dejar en las garras de su hermano a sus dos pequeños hijos.

Finalmente llegó el día de su ejecución y fue llevada a la plaza donde sería quemada públicamente. Los verdugos montaron la hoguera y la llevaron casi a rastras puesto que el hambre la había debilitado hasta que le era imposible mantenerse en pié. Cuando fue amarrada al poste, la gente que la conocía y que en algún momento había solicitado su ayuda ahora le insultaba y le lanzaba cosas. Arturo estaba desesperado, si Irene moría se llevaría a la tumba el paradero de sus hijos y el perdería la oportunidad por la que tanto había esperado, por lo que se decidió a tomar cartas en el asunto, y una vez que ya todo estaba listo interrumpió la ejecución.

“Paren todo esto! Esta bruja aún no ha revelado el paradero de sus hijos. Seguramente los ha de haber ocultado e instruido en la magia negra y volverán a tomar venganza de todos nosotros!”

Todo mundo guardó silencio.

“Ahora bien, bruja. Confiesa donde están tus hijos!”

Irene, por primera vez desde que fue apresada, habló con una determinación que nada, ni el mismo tormento del fuego, podría quebrantar.

“Si tanto te interesan, búscalos tu mismo.”

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